Avanza la investigación del choque en Miami: barcaza contra velero que le costó la vida a Mila

Las autoridades de EE.UU. iniciaron operaciones de remoción y recolección de pruebas tras colisión que dejó dos niñas muertas, entre ellas Mila Yankelevich, y mantiene a otras dos en estado crítico.

Actualidad30 de julio de 2025Alejandra LarreaAlejandra Larrea
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Tragedia en Miami.

El choque que provocó la muerte de Mila Yankelevich en la bahía de Biscayne Bay, Miami, sigue bajo el escrutinio de la Guardia Costera y otros organismos reguladores. Mientras la familia vela en silencio a la niña de siete años, las preguntas se multiplican. ¿Cómo una embarcación de gran porte, como una barcaza con grúa, colisiona a plena luz del día contra un pequeño velero infantil sin que nadie pueda evitarlo?

El velero era parte de una clase recreativa de navegación para niños. A bordo iban cinco menores, todos con chaleco salvavidas, y una instructora. En paralelo, una barcaza motorizada remolcaba una grúa hidráulica para trabajos de instalación marítima. La colisión se produjo al mediodía, en aguas abiertas, sin condiciones meteorológicas adversas.

La primera línea de investigación apunta a una falla de señalización o advertencia. La barcaza habría tenido el deber de emitir alertas sonoras al aproximarse a zonas de alta circulación, algo que aún no se confirmó si ocurrió. El sistema de bocina, luces de navegación y la presencia de un vigía en la cubierta son elementos clave para establecer responsabilidades.

Además, se busca determinar si la visibilidad del capitán de la barcaza estaba obstruida por la maquinaria transportada. Si el mástil, la grúa o los pilotes impedían observar la superficie delante del casco, la omisión de un segundo operador o vigía constituiría una negligencia grave.

Otro aspecto bajo revisión es el cumplimiento de normas de prioridad náutica. En navegación, los veleros tienen preferencia sobre las embarcaciones motorizadas. Si se comprueba que el velero navegaba de forma regular y la barcaza no cedió el paso, se activaría la figura de “culpa náutica”, con consecuencias penales y civiles.

La consejera que acompañaba a los niños también es parte del expediente. La investigación busca determinar si estaba en condiciones de controlar la embarcación ante un imprevisto y si el número de menores a su cargo excedía el permitido por protocolo.

La extracción del velero hundido y de la barcaza fue realizada con asistencia de buzos especializados. Ambos cascos están siendo peritados para reconstruir la dinámica del impacto. Se espera que los datos permitan estimar la velocidad y trayectoria de cada embarcación segundos antes del choque.

Se realizaron pruebas toxicológicas al capitán de la barcaza y a la tripulación involucrada. Aunque los resultados no se hicieron públicos, serán claves para excluir cualquier posibilidad de intoxicación o consumo de sustancias en el momento del accidente.

Las autoridades también analizan las comunicaciones radiales registradas antes y después del impacto. El tráfico náutico en esa zona suele estar controlado por canales VHF, donde se reportan maniobras, advertencias o emergencias. La ausencia de reportes previos a la colisión podría reforzar la hipótesis de imprudencia o desidia operativa.

Más allá de los factores técnicos, la investigación enfrenta presiones públicas por su impacto emocional y mediático. La corta edad de las víctimas y la participación de instituciones recreativas generaron un fuerte reclamo de revisión de los protocolos de seguridad para actividades náuticas infantiles.

El informe final se encuentra en proceso, pero ya hay indicios que apuntan a una combinación de fallas humanas, deficiente señalización y falta de previsión. La muerte de Mila no fue una fatalidad inevitable: fue el resultado de una cadena de omisiones.

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