Julio Bárbaro: “Gobernar es pacificar y dar trabajo”

Bárbaro analizó el resultado electoral, cuestionó la lógica de enemigos en la política y llamó a recuperar el diálogo entre gobierno, oposición y gobernadores.

Política11 de septiembre de 2025Alejandro CabreraAlejandro Cabrera
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La voz de Julio Bárbaro, referente histórico del peronismo y analista político, volvió a sonar con fuerza tras las elecciones. A sus 83 años, con la serenidad que le da la experiencia, dejó reflexiones sobre la democracia, el papel de los votantes y la necesidad de que el poder político abandone la lógica de la confrontación para volver a construir consensos. En diálogo con Alejandro Cabrera y equipo, repasó la crisis de representación, los errores del oficialismo y la importancia de recuperar la convivencia democrática.

file_00000000ac6462308a802722e9a4a4a2Moyano cerró una paritaria semestral por debajo de la inflación

El comienzo de la conversación estuvo atravesado por la confesión íntima de Bárbaro sobre sus dificultades de visión, que contrastó con la lucidez de sus palabras. Recordó su juventud en tiempos en que, según él, la Argentina era “una patria hasta 1976”, con gobiernos de distinto signo pero con un respeto más marcado hacia la vida en comunidad. Evocó a Perón, Aramburu, Lanusse, Frondizi y otros dirigentes de épocas en que las disputas giraban en torno a la distribución de la riqueza y no al desprecio hacia el votante.

Uno de los ejes de la entrevista fue la reacción ante los cuestionamientos a la voluntad popular. Bárbaro fue tajante: “La democracia es aguantar, es respetar lo que vota el otro. Es el gobierno de las mayorías que respeta a las minorías”. Para él, deslegitimar el sufragio o insultar a quienes eligen distinto no solo es un error político, sino un atentado contra la esencia misma del sistema democrático.

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Al analizar el voto bonaerense, señaló que “el empobrecido no suele votar al que lo empobreció”. Con esa frase resumió el malestar social frente al ajuste y la caída del consumo, que impactan en la vida cotidiana de millones. Reconoció que él mismo redujo gastos y que esa experiencia personal refleja un fenómeno generalizado: “Antes iba a cenar sin que me importara, ahora voy cada 15 días. Eso es parte de lo que siente la gente”.

Sobre el rumbo económico, fue crítico de la estrategia oficial. “Nunca creí en la salida de los ajustes. Hay que parar la inflación, pero generando mayor producción”, sostuvo, deslizando que el actual modelo erosiona los ingresos de asalariados y jubilados sin ofrecer un horizonte de mejora.

En el plano político, Bárbaro insistió en la idea de que gobernar exige dos condiciones: pacificar y dar trabajo. Recordó que en países vecinos como Chile o Uruguay, gobiernos de distinto signo político podían invitarse mutuamente sin caer en la lógica de enemigos irreconciliables. Comparó esa experiencia con la España de la transición democrática, donde líderes de izquierda y derecha se abrazaron para consolidar la democracia pese a los muertos de la Guerra Civil. “Eso es democracia: adversarios, no enemigos”, subrayó.

Respecto al estilo presidencial, criticó la distancia que Milei mantuvo con el Parlamento desde su asunción. Advirtió que los vetos reiterados a las leyes pueden volverse en contra del Ejecutivo: “El Congreso se va a divertir rompiendo los vetos. Lo que tendrían que hacer es buscar las puntas del diálogo”. Propuso, además, una reforma del sistema de debates legislativos al estilo español, donde cada orador debe hablar con respeto y con fundamentos.

La entrevista también giró hacia el armado político actual. Bárbaro cuestionó la manera en que se apartó a dirigentes con oficio y valoró a figuras liberales como López Murphy o Ricardo “Cacha” Murph, a quienes considera referentes que no deberían estar fuera del juego. Relató anécdotas de sus encuentros con Mauricio Macri, Emilio Monzó y Nicolás Massot, y recordó cómo le advirtió al expresidente sobre los riesgos de concentrar demasiado poder en su círculo íntimo.

Antes de despedirse, dejó un mensaje contundente: “Hoy gobierna la lógica amigo-enemigo, y eso no sirve para nada. La democracia no se construye con enemigos, se construye con adversarios que se respetan”. Una reflexión que, en tiempos de polarización, recupera la vigencia de la palabra de un hombre que ha visto pasar medio siglo de política argentina.

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