Trump despliega submarinos nucleares cerca de Rusia y escala la tensión global

El presidente norteamericano ordenó mover dos submarinos con capacidad nuclear hacia el entorno ruso tras una serie de amenazas del vicepresidente del Consejo de Seguridad del Kremlin.

Estados Unidos01 de agosto de 2025Alejandra LarreaAlejandra Larrea
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Trump despliega submarinos nucleares cerca de Rusia.

La tensión geopolítica entre Washington y Moscú sumó un nuevo y alarmante capítulo. El presidente estadounidense, Donald Trump, anunció que ordenó el despliegue de dos submarinos nucleares en “zonas estratégicas cercanas” a Rusia. La decisión fue comunicada a través de sus redes sociales personales y justificada como una medida de prevención ante lo que calificó como “declaraciones extremadamente provocadoras” por parte de Dmitri Medvédev, figura central del círculo de seguridad ruso y uno de los voceros más beligerantes del Kremlin.

El movimiento militar fue definido como una maniobra “estrictamente disuasiva”, pero no por eso dejó de generar preocupación en el escenario internacional. En su mensaje, Trump dejó en claro que si bien no se podía saber con certeza si las amenazas rusas eran solo retórica, “hay palabras que tienen consecuencias, y a veces muy reales”. En ese sentido, remarcó que “la prudencia” indicaba actuar antes de que la escalada verbal se convirtiera en algo más grave.

La guerra verbal con Medvédev
El punto de quiebre entre ambos líderes llegó días atrás, cuando Trump impuso públicamente un plazo de diez días para que Rusia aceptara un alto el fuego en Ucrania. En respuesta, Medvédev lanzó una serie de declaraciones en las que advirtió sobre las “graves consecuencias” de ese tipo de ultimátums y aludió a sistemas de represalia automáticos desarrollados por la antigua URSS. La referencia implícita al programa “Mano Muerta” fue leída como una amenaza velada de respuesta nuclear, algo que no pasó desapercibido en la Casa Blanca.

En ese contexto, la decisión de Trump de mover submarinos nucleares cerca de Rusia funcionó como una señal clara. No solo se trató de una advertencia militar, sino también de una demostración de fuerza interna frente a su electorado. En medio de una campaña marcada por promesas de firmeza internacional, el presidente estadounidense volvió a colocarse en un rol de confrontación directa con uno de los principales adversarios históricos de su país.

Submarinos, poder y ambigüedad estratégica
El despliegue de submarinos nucleares es, en el lenguaje de las potencias, una jugada con múltiples lecturas. En primer lugar, refuerza la presencia militar estadounidense en áreas sensibles sin necesidad de una escalada directa. En segundo lugar, introduce un componente de incertidumbre: Trump no aclaró si se trataba de unidades con armas nucleares a bordo o simplemente de propulsión atómica. Esa ambigüedad, típica de la doctrina de disuasión, obliga al adversario a contemplar el peor escenario posible.

El mapa de influencia en el Atlántico Norte y el Ártico, además, se vuelve clave en este tipo de maniobras. Desde hace meses, la Marina rusa ha intensificado sus patrullajes en zonas cercanas a Noruega y al mar de Barents, en paralelo al avance de la OTAN en países bálticos. En ese marco, la presencia de submarinos norteamericanos reconfigura el equilibrio disuasivo en aguas internacionales pero estratégicamente sensibles.

Mientras tanto, en Moscú el gesto fue interpretado como una provocación directa. Si bien el gobierno ruso no emitió un comunicado formal, distintas figuras cercanas al poder desestimaron el anuncio de Trump como parte de su estilo efectista. No obstante, fuentes militares consultadas en medios locales señalaron que la respuesta rusa podría no limitarse al plano discursivo, y que se evaluarían medidas equivalentes para mantener la paridad táctica en la región.

Un nuevo frente en plena campaña
Este nuevo capítulo del conflicto entre Estados Unidos y Rusia se da en plena campaña presidencial norteamericana, donde Trump busca reelegirse en un clima político crispado. Su discurso endurecido en política exterior, particularmente frente a China, Irán y ahora nuevamente Rusia, es parte de una estrategia para mostrarse como garante del orden global.

Desde la llegada de Trump al poder, la línea diplomática de Estados Unidos se ha caracterizado por combinar gestos abruptos, presión mediática y medidas unilaterales. El despliegue de submarinos nucleares se enmarca dentro de esa lógica: es más un mensaje que una operación bélica, aunque su peso simbólico no puede subestimarse.

A nivel internacional, la comunidad diplomática observa el caso con creciente inquietud. La falta de canales formales de negociación entre Washington y Moscú, sumada a la progresiva desarticulación de acuerdos como el New START, reduce los márgenes de contención ante una posible escalada. La Guerra Fría, que parecía parte del pasado, vuelve a asomarse en gestos que reavivan el temor nuclear.

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