Tragedia en el mar Rojo: un barco con migrantes africanos se hundió frente a Yemen

El naufragio dejó al menos 68 muertos confirmados y decenas de desaparecidos. El bote había partido con más de 160 personas a bordo desde Somalia hacia las costas yemeníes.

Mundo04 de agosto de 2025Alejandra LarreaAlejandra Larrea
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Tragedia en el mar Rojo.

Una nueva tragedia humanitaria golpeó a las costas del golfo de Adén. Un barco sobrecargado con más de 160 migrantes africanos naufragó frente a Yemen dejando un saldo devastador: al menos 68 muertos confirmados y 74 personas aún desaparecidas. El accidente ocurrió durante la noche, en condiciones climáticas adversas, cuando la embarcación se aproximaba a la región de Shabwa, en el sur del país.

El bote había partido desde Bosaso, Somalia, en dirección a Yemen, como parte de una de las rutas migratorias más peligrosas y menos visibilizadas del mundo. A bordo iban hombres, mujeres y adolescentes procedentes en su mayoría de Etiopía y Somalia, que intentaban llegar a Arabia Saudita cruzando a pie el desierto y el mar, en busca de trabajo o refugio frente a la crisis económica y los conflictos armados que azotan a sus países de origen.

Las primeras informaciones indican que el barco era operado por traficantes que suelen cobrar altas sumas por cruzar el mar con naves precarias, sin equipamiento de seguridad ni condiciones mínimas de navegación. La sobrecarga habría provocado el vuelco cuando una ráfaga de viento inclinó bruscamente la embarcación. Algunos sobrevivientes lograron nadar hasta la costa o fueron rescatados por pescadores locales.

Los cuerpos recuperados fueron trasladados a un centro de atención de emergencia en Shabwa, donde organizaciones humanitarias intentan asistir a los sobrevivientes y documentar las identidades de las víctimas. Muchos no llevaban documentación. Las autoridades locales advirtieron que el número de fallecidos podría aumentar, ya que se desconoce el paradero de más de 70 personas.

El corredor migratorio entre el Cuerno de África y la península arábiga ha sido escenario de múltiples tragedias similares en los últimos años. Pese a la guerra civil en Yemen y el alto riesgo del trayecto, miles de migrantes continúan cruzando el mar Rojo cada mes. Lo hacen impulsados por la desesperación, la falta de alternativas y la promesa, muchas veces falsa, de conseguir empleo en Arabia Saudita u otros países del Golfo.

A diferencia de otras rutas migratorias más mediatizadas, como la del Mediterráneo o la frontera sur de Estados Unidos, el flujo de migrantes africanos hacia Yemen opera en un silencio casi total. La mayoría de los viajes son organizados por redes clandestinas que operan en connivencia con milicias, bandas armadas y funcionarios corruptos. Las condiciones son extremas: hacinamiento, deshidratación, abusos, violencia sexual y abandono en pleno desierto.

El naufragio expone nuevamente la fragilidad de las políticas migratorias en la región y la falta de presencia estatal en zonas costeras donde operan las redes de trata. También pone en evidencia el colapso de los sistemas humanitarios en Yemen, un país devastado por la guerra civil, el hambre y el colapso institucional.

Entre las víctimas del hundimiento hay mujeres jóvenes, algunas embarazadas, y adolescentes que viajaban solos. Testimonios de los sobrevivientes relatan escenas de pánico, gritos, cuerpos flotando en la oscuridad y la impotencia de no poder ayudar. Muchos no sabían nadar. Otros se aferraron a bidones vacíos o tablones de madera hasta ser rescatados horas después.

Las autoridades locales iniciaron una investigación para dar con los responsables del viaje, aunque es sabido que este tipo de operaciones rara vez termina con detenidos. Los traficantes suelen operar desde países vecinos y tienen rutas establecidas que modifican constantemente para evitar ser detectados.

El drama migrante en esa región es una tragedia crónica. Las causas profundas siguen intactas: pobreza extrema, cambio climático, represión política, conflictos armados y ausencia de vías legales para migrar. Mientras esas condiciones no se modifiquen, el mar seguirá llevándose vidas.

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