Bolivia va a segunda vuelta: Rodrigo Paz y Tuto Quiroga disputarán la presidencia tras el derrumbe del MAS

El país vivió una jornada electoral histórica que puso fin a dos décadas de dominio del Movimiento al Socialismo. Rodrigo Paz y Jorge "Tuto" Quiroga encabezaron los resultados y se enfrentarán en el balotaje de octubre.

Mundo17 de agosto de 2025Alejandra LarreaAlejandra Larrea
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Habrá segunda vuelta en Bolivia.

Bolivia atraviesa un cambio político sin precedentes. La elección presidencial del 17 de agosto dejó como resultado la confirmación de un balotaje que medirá a Rodrigo Paz, del Partido Demócrata Cristiano, y al exmandatario Jorge "Tuto" Quiroga, referente de la derecha tradicional. La votación, que registró un alto nivel de participación y se desarrolló en calma, significó un duro golpe para el Movimiento al Socialismo, que quedó relegado a cifras marginales tras más de veinte años de protagonismo político.

Los primeros datos oficiales confirmaron lo que las encuestas de boca de urna ya anticipaban: ninguno de los candidatos alcanzó el 50 % de los votos necesarios para consagrarse en primera vuelta ni logró la diferencia de diez puntos sobre el segundo. Rodrigo Paz sorprendió con un caudal cercano al 32 %, que lo posiciona como favorito para la segunda ronda. Detrás, con alrededor del 26 %, quedó Tuto Quiroga, quien apeló a su experiencia y al voto conservador para meterse de lleno en la definición de octubre.

La gran novedad de la jornada fue la debacle del MAS. Con dos candidatos divididos —Eduardo del Castillo y Andrónico Rodríguez—, el oficialismo apenas sumó cerca de 11 % de los votos combinados, un derrumbe que evidencia el desgaste de la fuerza que lideró Evo Morales durante dos décadas. El llamado del propio Morales al voto nulo tampoco logró alterar el curso de la elección, que mostró un electorado decidido a abrir una nueva etapa.

El tercer lugar fue ocupado por Samuel Doria Medina, con aproximadamente el 20 %. Su performance, si bien no alcanzó para entrar en la segunda vuelta, lo deja como actor clave en la definición: en sus primeras declaraciones reconoció la derrota y anticipó que apoyará a Rodrigo Paz, lo que podría inclinar la balanza en la disputa final.

El clima en las calles de La Paz, Cochabamba y Santa Cruz reflejó la magnitud del momento histórico. Miles de ciudadanos celebraron la posibilidad de alternancia, mientras que otros manifestaron temor ante un escenario de fragmentación que podría dificultar la gobernabilidad. Sin embargo, tanto observadores internacionales como el Tribunal Supremo Electoral coincidieron en destacar la transparencia y la normalidad del proceso, disipando sospechas de fraude y consolidando la confianza en los resultados.

Rodrigo Paz celebró con un discurso moderado, en el que agradeció a los votantes y llamó a la unidad nacional. “Bolivia necesita reconciliación y progreso. Este es el inicio de un camino nuevo”, afirmó, rodeado de militantes que coreaban su nombre en la capital. Por su parte, Tuto Quiroga apeló a la memoria de su gestión pasada y se mostró confiado en poder derrotar al “populismo agotado” en octubre, en lo que denominó “una oportunidad para refundar el país con seriedad”.

El MAS, en cambio, atraviesa un momento crítico. La derrota golpea tanto en lo político como en lo simbólico: por primera vez desde 2005 no logró disputar el poder en igualdad de condiciones. La caída abre un interrogante sobre el futuro de la organización y sobre el rol que Evo Morales jugará en adelante, luego de haberse mantenido como figura central pese a su inhabilitación.

De cara a la segunda vuelta, el escenario aparece abierto pero con una inclinación favorable a Paz, que podría sumar los votos de la tercera fuerza y consolidar una mayoría amplia. No obstante, Quiroga apuesta a reagrupar a la oposición dispersa y a captar al electorado indeciso, con un discurso orientado a la estabilidad económica y la lucha contra la corrupción.

La cita del 19 de octubre marcará un hito en la historia política boliviana. No solo porque será la primera vez que el país defina a su presidente en una segunda vuelta, sino porque representa el fin de un ciclo y el inicio de otro. Lo que está en juego es la orientación futura de Bolivia: si avanza hacia una nueva etapa de centro moderado bajo la conducción de Paz, o si retorna a un liderazgo conservador con la experiencia de Quiroga.

La noche del 17 de agosto quedará registrada como el día en que Bolivia, tras más de dos décadas de hegemonía, abrió paso a una competencia inédita que cambiará su rumbo político. El balotaje ya no es solo un trámite electoral: es la definición de un nuevo país.

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