Góndolas en alerta: la suba del dólar dispara aumentos de hasta 9% en alimentos y productos básicos

El traslado a precios ya se siente en supermercados, autoservicios y almacenes. La incertidumbre cambiaria volvió a activar remarcaciones en artículos de primera necesidad.

Economía04 de agosto de 2025Alejandra LarreaAlejandra Larrea
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Gondolas en alerta.

El aumento sostenido del dólar en las últimas semanas empezó a reflejarse con fuerza en las góndolas. Según relevamientos de distintas cadenas comerciales, los precios de alimentos y productos de consumo masivo registraron subas que oscilan entre el 3% y el 9% en los primeros días de agosto. El fenómeno afecta especialmente a los sectores medios y bajos, que destinan una porción creciente de sus ingresos a la compra de productos básicos.

La tendencia fue confirmada por comerciantes mayoristas y minoristas, que detectaron una nueva ronda de listas con aumentos en artículos como aceites, fideos, arroz, productos de limpieza, papel higiénico y yerba. La causa principal es la reciente escalada del dólar financiero, que presiona sobre los costos de reposición, incluso en bienes fabricados en el país.

La suba se da en un contexto de relativa estabilidad del dólar oficial, pero con brechas amplias en los paralelos, lo que genera desconfianza en proveedores y distribuidores. Ante la expectativa de un tipo de cambio más alto a corto plazo, muchos proveedores aplican subas preventivas o directamente retacean la entrega de mercadería hasta que se reacomode el escenario.

Para los consumidores, el impacto es inmediato. Quienes hacen compras semanales ya notan diferencias de precios en plazos muy breves. Algunos productos, como los de marca propia o los importados, muestran variaciones más abruptas. En barrios del conurbano bonaerense y el interior del país, los comerciantes aseguran que se vieron obligados a actualizar carteles a diario, incluso en alimentos frescos.

La situación se agrava por la falta de herramientas de control de precios. A diferencia de etapas anteriores, el Gobierno no cuenta con programas como Precios Cuidados ni acuerdos voluntarios de precios con grandes cadenas. Tampoco hay operativos de fiscalización ni sanciones por especulación. La lógica de mercado se impone y las remarcaciones avanzan sin freno visible.

Del lado empresarial, se argumenta que los aumentos responden a subas en costos logísticos, incertidumbre sobre importaciones, y a la necesidad de anticiparse a un posible salto cambiario. También se menciona la demora en la aprobación de SIRAs (Sistema de Importaciones de la República Argentina) para la importación de insumos esenciales. En paralelo, algunos proveedores dolarizaron sus listas de precios informalmente.

El efecto más grave de este cuadro es la pérdida del poder adquisitivo. Incluso con paritarias actualizadas, los salarios no logran seguir el ritmo de los precios. La canasta básica se encarece mes a mes y cada vez más familias deben optar entre cantidad y calidad. Los rubros más afectados son alimentos no perecederos, artículos de limpieza, higiene personal y lácteos.

Además, el aumento de precios genera un círculo vicioso. La expectativa de más inflación en el corto plazo provoca conductas defensivas, como compras anticipadas, stockeo, y aumentos preventivos. Esto a su vez realimenta la inercia inflacionaria. La ausencia de anclas nominales claras (salarios, tarifas, tipo de cambio) agudiza la desconfianza general.

En las cadenas de supermercados ya se observa una caída en las unidades vendidas, aunque el ticket promedio aumentó. Esto refleja que la gente compra menos, pero gasta más. Los comercios barriales, en tanto, reportan una mayor frecuencia de compras pequeñas y pago con tarjeta o aplicaciones, un indicador de que los ingresos ya no alcanzan para compras mensuales o semanales amplias.

El Ministerio de Economía, por ahora, descarta volver a aplicar controles directos. La estrategia oficial se basa en mantener la disciplina fiscal, la emisión controlada y una política monetaria contractiva para moderar la inflación en el mediano plazo. Sin embargo, en el corto, la suba del dólar y la falta de referencia de precios complican esa hoja de ruta.

Mientras tanto, en las góndolas, la realidad se impone: los productos aumentan, el salario alcanza menos y el horizonte de estabilidad sigue siendo una promesa.

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