Trump impone arancel del 100 % a los chips importados y desafía a las tecnológicas

Donald Trump anunció que aplicará un arancel del 100 % a los chips y semiconductores importados, salvo si las empresas demuestran que producen en los Estados Unidos; una jugada destinada a reindustrializar la producción tecnológica local.

Estados Unidos07 de agosto de 2025Alejandra LarreaAlejandra Larrea
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Trump impone arancel del 100 % .

En una movida abrupta y de alto impacto, el presidente Trump anunció que impondrá un arancel del 100 % a todas las importaciones de chips y semiconductores provenientes de países que no fabriquen en los Estados Unidos o no tengan compromisos actuales de hacerlo. Este anuncio refuerza una estrategia proteccionista que busca regenerar un tejido industrial debilitado desde hace décadas y sumar capacidad tecnológica local.

El principio es tan simple como drástico: si una empresa demuestra que construye o planea construir producción dentro de EE. UU., queda exenta del impuesto. Pero si lo promete sin cumplir, o no realiza ninguna inversión concreta, el arancel podrá aplicarse retroactivamente. De un plumazo, compañías globales como Apple, Nvidia o TSMC fueron llamadas a responder con acciones reales si quieren mantener ventajas competitivas.

El anuncio fue acompañado por un fuerte gesto de Apple. Su CEO, Tim Cook, confirmó una expansión millonaria de inversiones en EE.UU., con el objetivo de potenciar fábricas, proveedores locales y centros de investigación. El guiño fue inmediato: los papeles de Apple y de otras tecnológicas subieron en la bolsa tras conocerse la noticia.

La lógica oficial es clara: redistribuir producción que migró a Asia hacia territorios donde la piratería tecnológica y la pérdida de empleos dejaron huella. Sin embargo, el impacto en productos cotidianos como autos, aparatos domésticos, celulares y computadoras será innegable: los precios podrían subir con fuerza si los aranceles no se reflejan en una expansión real de la capacidad productiva local.

El escenario se complica para países como China, que abastece gran parte de la industria de semiconductores, o naciones del sudeste asiático como Filipinas y Malasia, donde muchas etapas de la fabricación se concentran hoy. Menos claro está si esas economías podrán adaptarse o si sus industrias perderán competitividad.

Con el anuncio ya en marcha, la tensión comercial internacional se intensifica. La administración busca una Banca de inversión hacia territorio local y un giro abrupto en el reparto de la producción tecnológica global. Mientras tanto, la pregunta central sigue abierta: ¿responderán las empresas con inversión real o veremos una reconfiguración de las cadenas globales con pérdidas súbitas en empleo y producción?

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