El soterramiento del Sarmiento quedó definitivamente enterrado

Tras 17 años de promesas, inversión y séptima parte del túnel completado, el Gobierno cerró el proyecto y lo declaró fuera de toda ejecución.

Política14 de agosto de 2025Alejandra LarreaAlejandra Larrea
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Obra abandonada.

El histórico proyecto del soterramiento del Ferrocarril Sarmiento —una iniciativa monumental que prometía cambiar la movilidad del oeste metropolitano— fue definitivamente cancelado. A casi dos décadas de su anuncio, tras haber costado cientos de millones de dólares y con solo 7,2 kilómetros del túnel excavados entre Haedo y Villa Luro, el Gobierno y las empresas responsables (Sacde y Ghella) optaron por clausurar la obra y sellar sus accesos con muros. La tuneladora, símbolo de la ambición ferroviaria del proyecto, quedó enterrada a 20 metros de profundidad, olvidada junto a toda la infraestructura desarrollada.

El proyecto inicial contemplaba una estructura subterránea de 32,6 kilómetros que conectaría Caballito y Moreno, eliminando los 50 pasos a nivel y transformando radicalmente la línea ferroviaria. Tenía tres etapas: Caballito–Ciudadela, Ciudadela–Castelar y Castelar–Moreno. Solo el tramo inicial se presupuestó en mil millones de dólares y debía completarse en 36 meses. Sin embargo, luego de una década de anuncios y revisiones, este tramo nunca fue finalizado, y durante varios periodos la obra estuvo paralizada por completo.

Durante su implementación, el proyecto fue reactivado en distintas gestiones, incluyendo las de Néstor Kirchner, Cristina Fernández, Mauricio Macri y Alberto Fernández, con la intervención de empresas como Odebrecht e IECSA. Pero los escándalos por corrupción, la caída de financiamiento y los desacuerdos políticos lo fueron aplastando progresivamente. A nivel técnico, solo se construyeron un puñado de túneles y estaciones en ruinas, mientras la traza ferroviaria siguió dividiendo barrios, cerrando calles y generando congestión urbana.

Hoy el soterramiento se convierte en un símbolo tangible de desidia política, conflictos institucionales y mala planificación estratégica. Pese a las expectativas, las mejoras en el servicio ferroviario fueron nulas. El túnel sellado y los obradores abandonados son el monumento subterráneo a una promesa incumplida, con kilómetros de obra y millones de dólares enterrados para siempre.

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