Milei pone a Francella en el centro cultural: Homo Argentum como espejo político

Una sala silenciosa, cargada de intenciones políticas más que de risas compartidas: así fue la proyección de Homo Argentum, la nueva película de Guillermo Francella, que el presidente eligió como epicentro de su última estrategia ideológica. Lo que arrancó como una sesión de cine terminó convirtiéndose en un manifiesto contra lo que él calificó como una casta cultural "hipócrita y oscura".

En una publicación filosa en redes, Milei transformó la obra cinematográfica en un espejo político: cada personaje fue interpretado como un símbolo de lo que él considera una elite progresista resentida, resentida, ignorante y parlanchina. El cine, de repente, no fue entretenimiento, sino una orientación para la guerra cultural.

El ritual comenzó en Olivos, donde la película fue proyectada para diputados y luego para su gabinete. Lo que podría haber sido una sesión cultural terminó siendo una liturgia política. Milei subrayó que Homo Argentum concentra arquetipos nacionales, todos “anti-woke”, capaces de “despertar” a quienes, según él, viven engañados por discursos compasivos sin sustento.

En su posteo, el mandatario no se guardó nada: calificó a los personajes expuestos en pantalla como “parásitos mentales”, zombis intelectuales colmados de envidia y resentimiento. Para Milei, la película es un golpe de realidad para quienes defienden una cultura subsidiada, expone cómo muchos dentro del rubro cultural viven de subsidios estatales y de “vivir del relato”.

El reclamo fue claro: la película no es solo cine, sino una herramienta para confrontar lo que él ve como una agenda dominante y servil. Las pantallas distorsionan, según él, al argentino “real”, pero esta obra lo devuelve a su verdad incómoda: fracasado, mentiroso, hipócrita, ignorante de economía.

En ese marco, la proyección no fue casual. Fue una declaración ideológica en tiempos de ajuste, donde el cine deja de pertenecer a la ficción para transformarse en un campo de batalla simbólico. Milei lo entendió así, y lo hizo entender: Homo Argentum es una piedra entre los engranajes de la corrección social y política.

Al transformar una comedia en un manifiesto cultural, Milei reveló su apuesta por el choque simbólico sin medias tintas. La película dejó de ser entretenimiento para convertirse en espejo y afrenta, y él mismo en lanzador de una provocación estética cargada de intencionalidad política. El cine como campo de batalla, la cultura como frente de guerra. Y Francella, sin quererlo, reclutado como símbolo.