200 años del desembarco de los 33 Orientales: el acto heroico que dio origen a la patria oriental

Un 19 de abril de 1825, un puñado de patriotas cruzó el río Uruguay con el sueño de liberar la Banda Oriental. Hoy, dos siglos después, su legado sigue vivo en la identidad uruguaya.

Actualidad19 de abril de 2025Alejandro CabreraAlejandro Cabrera
cuadro JMBlanes
33 orientales

La historia de Uruguay no puede comprenderse sin el coraje de aquellos 33 hombres que, hace exactamente 200 años, se lanzaron a una gesta que parecía imposible. Cruzaron el río desde las costas argentinas, burlando la vigilancia del Imperio del Brasil, y desembarcaron en la playa de la Agraciada con una sola bandera: la de la libertad.

Era el 19 de abril de 1825. Encabezados por Juan Antonio Lavalleja, los 33 Orientales no representaban una fuerza militar poderosa, pero sí una voluntad firme de reconquistar el territorio oriental y devolverle su destino emancipador. Su acción fue el punto de partida de la Cruzada Libertadora que culminaría meses más tarde con la Declaratoria de la Independencia.

No eran soldados regulares. Muchos de ellos eran gauchos, estancieros, hombres de campo y de frontera, curtidos por años de guerra y ocupación. Sabían que el desafío era colosal, pero también que la causa era justa. En su corazón ardía el recuerdo de Artigas y la certeza de que la Banda Oriental no debía ser ni brasileña ni argentina, sino oriental y libre.

El desembarco no solo fue un acto militar, sino un grito político. Con su llegada se encendió una chispa en el interior del país, donde rápidamente se sumaron cientos de voluntarios a la lucha contra los brasileños. La gesta adquirió dimensión popular y simbólica: el pueblo se levantó en armas para recuperar su soberanía.

Lavalleja y sus compañeros no contaban con armamento moderno ni respaldo de grandes potencias. Pero tenían un conocimiento profundo del terreno, una organización ágil y el favor de una población harta de vivir bajo dominación extranjera. Las fuerzas brasileñas, aunque superiores en número, no pudieron contener el avance de la revolución.

Pocos meses después, el 25 de agosto de 1825, la Sala de Representantes reunida en la Florida declararía la independencia de la Provincia Oriental y su voluntad de unirse a las Provincias Unidas del Río de la Plata. Ese acto político fue la consecuencia directa de aquel desembarco audaz.

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La memoria de los 33 Orientales se ha mantenido viva a lo largo del tiempo. Sus nombres están grabados en el monumento que se erige en la playa de la Agraciada, y su hazaña es recreada en escuelas, libros y celebraciones patrias. Son el símbolo de la autodeterminación, del valor frente a la adversidad y de una nación que eligió ser libre.

En este bicentenario, Uruguay se mira al espejo de su historia y redescubre en aquellos hombres una fuente inagotable de inspiración. El ejemplo de los 33 convoca a la unidad, a la defensa de los valores republicanos y a la construcción de una ciudadanía consciente y comprometida.

Los actos conmemorativos se multiplican en todo el país. Desde Paysandú hasta Montevideo, desde escuelas rurales hasta el Parlamento, todos los rincones del territorio recuerdan con orgullo a los que iniciaron el camino hacia la independencia.

Las nuevas generaciones encuentran en los 33 Orientales una historia que no ha perdido vigencia. En un mundo convulsionado, el coraje civil de enfrentar lo injusto y la voluntad colectiva de fundar un destino común siguen siendo banderas vigentes.

A 200 años de aquel 19 de abril, Uruguay no solo honra un hecho del pasado. Se reconoce en él. Porque la patria no es solo un territorio: es una memoria compartida, un horizonte de justicia y una decisión permanente de ser libres.

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