Los enemigos del Papa Francisco enfrentan su momento más crítico

Tras años de tensiones internas en el Vaticano, los sectores conservadores que desafiaron el liderazgo de Francisco atraviesan una profunda crisis de legitimidad y representación. El legado del Papa latinoamericano se impone tras su muerte.

Mundo24 de abril de 2025Alejandro CabreraAlejandro Cabrera
Sarah
Francisco y Sarah

Durante sus más de diez años de pontificado, el Papa Francisco tuvo que lidiar con la oposición constante de sectores conservadores dentro de la Iglesia católica. Su estilo directo, sus reformas pastorales y su acercamiento a los sectores más vulnerables lo convirtieron en blanco de las críticas de quienes veían en él una amenaza al orden tradicional.

Con su reciente fallecimiento, el 21 de abril de 2025, la atención se ha volcado hacia el futuro del Vaticano, pero también hacia el vacío que deja en sus detractores. Muchos de los cardenales y obispos que encabezaron la resistencia a su papado han quedado sin fuerza ni respaldo popular.

El cardenal estadounidense Raymond Burke y el cardenal africano Robert Sarah fueron dos de las figuras más críticas durante los últimos años. Ambos impulsaron visiones más ortodoxas sobre la familia, el rol de la mujer y la moral sexual. Sin embargo, sus intentos por formar un bloque opositor consolidado fracasaron frente a la creciente influencia de Francisco dentro del Colegio Cardenalicio.

Hoy, más del 80% de los cardenales con derecho a voto fueron nombrados por Francisco. Esta mayoría asegura que el espíritu de su pontificado seguirá presente en la elección de su sucesor.

El Papa argentino fue el primero proveniente de América Latina y supo interpretar las problemáticas del sur global. Puso en agenda el cambio climático, la pobreza estructural y el drama de las migraciones, lo que lo acercó a fieles de todo el mundo, pero lo alejó de los sectores más dogmáticos.

Su última aparición en público fue durante la bendición pascual "Urbi et Orbi" en la Plaza San Pedro, donde, a pesar de su deteriorado estado de salud, apeló nuevamente a la paz mundial y la justicia social.

Las imágenes de su féretro, difundidas por el Vaticano, mostraron a un Francisco sereno, vestido con una túanica roja y un rosario en las manos. Fue un momento cargado de emoción y simbolismo.

La pregunta ahora es si la Iglesia podrá sostener el impulso reformista sin su figura líder. El cardenal venezolano Baltazar Porras declaró recientemente que “el sucesor de Francisco debe continuar su trabajo, fue una bocanada de aire fresco para la Iglesia”.

Desde Roma, analistas y fieles coinciden en que los llamados “enemigos del Papa” han perdido vigencia. Su discurso, anclado en el pasado, no logró conectar con las nuevas generaciones ni con los problemas más urgentes del mundo actual.

Francisco deja un legado difícil de igualar, pero también una hoja de ruta clara para la renovación de la Iglesia. La próxima elección papal será clave para definir si ese camino se consolida o si se produce un giro hacia posiciones más conservadoras.

Por ahora, los sectores que intentaron derrocarlo enfrentan su peor momento: sin base, sin liderazgos y sin rumbo.

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