Gaza clama en silencio: la ayuda humanitaria no llega

Mientras crecen las promesas internacionales, la población de Gaza denuncia que los alimentos y medicamentos siguen sin alcanzar a la mayoría. Los camiones no ingresan, los lanzamientos aéreos fallan y el hambre avanza.

Medio Oriente28 de julio de 2025Alejandra LarreaAlejandra Larrea
ChatGPT Image 28 jul 2025, 10_01_46 a.m.
La ayuda humanitaria no llega a la población de Gaza.

La catástrofe humanitaria en Gaza se agrava cada día. Aunque se multiplican los anuncios de envío de ayuda y se difunden imágenes de convoyes y paquetes lanzados desde el aire, la situación en el terreno es completamente distinta. La gente no come, los niños se desmayan en las calles y los hospitales no tienen qué ofrecer.

Los habitantes de Gaza denuncian que, más allá del relato diplomático, la ayuda no llega. El bloqueo persiste, los controles aumentan y los puntos de distribución son cada vez más pocos, más alejados y más peligrosos.

En los últimos meses se registraron muertes por desnutrición en todos los rincones del enclave. Las víctimas son mayoritariamente niños, personas mayores y pacientes crónicos. No hay acceso sostenido a alimentos frescos ni a agua potable. Las condiciones sanitarias son catastróficas y los refugios están colapsados.

La asistencia que se anuncia a diario, cuando logra ingresar, queda restringida a zonas muy específicas. Los lanzamientos desde el aire, aunque simbólicos, resultan caóticos y en ocasiones peligrosos: muchos paquetes caen lejos de zonas habitadas o terminan destruidos al impactar con edificios y estructuras. En tierra, las filas para acceder a una bolsa de arroz pueden durar horas bajo fuego cruzado.

Los corredores humanitarios no funcionan como se prometió. Algunos camiones no logran atravesar los controles. Otros, directamente, no salen nunca. Las organizaciones sobre el terreno denuncian que no hay garantías para operar sin riesgos. Los centros de distribución son cada vez menos, y muchos están custodiados por grupos que manejan el reparto con lógicas opacas o arbitrarias.

El hambre ya no es un riesgo: es una realidad extendida. Familias enteras comen una vez cada dos o tres días, y miles de personas sobreviven hurgando entre restos o recibiendo migajas de estructuras comunitarias que ya están desbordadas. La palabra “famine” dejó de ser una advertencia para convertirse en una descripción del presente.

Lo que sucede en Gaza es una tragedia a plena luz. La comunidad internacional habla de solidaridad, pero en las calles los estómagos vacíos son los que gritan. La ayuda que se anuncia no alcanza, y la que se entrega no se reparte. En el corazón del enclave, la gente no espera más discursos: espera comida, agua, medicamentos y garantías mínimas para seguir vivos. El tiempo no corre: se agota.

Te puede interesar
Lo más visto