Cerebro y naturaleza: un estudio confirma que los espacios verdes mejoran el desarrollo infantil

Una investigación científica encontró una fuerte correlación entre la exposición cotidiana a parques, plazas y áreas naturales y el crecimiento cerebral saludable en niños y niñas en edad escolar.

Curiosidades29 de julio de 2025Alejandra LarreaAlejandra Larrea
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Un estudio confirma que los espacios verdes mejoran el desarrollo infantil.

Los árboles, el pasto y el aire libre no solo aportan belleza a las ciudades: también moldean el cerebro de quienes las habitan. Un nuevo estudio internacional acaba de confirmar que los niños que crecen rodeados de espacios verdes presentan un desarrollo cerebral más equilibrado, con mejoras en la memoria, la atención y el control emocional.

La investigación, basada en imágenes cerebrales y pruebas cognitivas, sugiere que el contacto frecuente con entornos naturales actúa como un factor protector en la infancia. La evidencia refuerza la idea de que el urbanismo no es neutro y que las decisiones sobre el diseño de las ciudades impactan directamente sobre la salud mental de las nuevas generaciones.

El trabajo, realizado por un equipo multidisciplinario, se basó en una muestra de niños de entre 6 y 10 años que vivían en entornos urbanos densamente poblados. Se midieron variables ambientales como la proximidad a espacios verdes, el uso habitual de parques y la calidad del aire. Luego, se cruzaron esos datos con resonancias magnéticas cerebrales y test psicológicos estandarizados.

Los resultados mostraron que los niños con mayor exposición diaria a espacios verdes tenían un mayor volumen de materia gris en áreas clave del cerebro, particularmente en el lóbulo frontal y el hipocampo. Estas zonas están asociadas con la planificación, la memoria y la autorregulación emocional.

Además, los chicos que jugaban regularmente al aire libre mostraban menor incidencia de síntomas de ansiedad, hiperactividad y déficit de atención. El estudio plantea que el entorno verde actúa como modulador del estrés, reduce la sobreestimulación sensorial típica de las ciudades y favorece procesos de aprendizaje más profundos.

Uno de los hallazgos más interesantes fue la relación entre espacios verdes y desarrollo cognitivo, incluso después de ajustar por variables como nivel socioeconómico, escolaridad parental o acceso a tecnologías. Esto sugiere que el entorno físico inmediato cumple un rol propio en la formación neuronal infantil.

Los investigadores subrayan la importancia de incorporar criterios ambientales en la planificación urbana. En particular, destacan que no se trata solo de tener grandes parques alejados, sino de garantizar pequeños espacios naturales accesibles en cada barrio. La presencia de árboles, jardines escolares, senderos verdes y techos vegetales también cuenta.

En muchas ciudades del mundo, la infancia vive crecientemente desconectada del entorno natural. Los niños pasan más horas en interiores, frente a pantallas y con menos actividad física. El estudio alerta sobre los efectos de este modelo urbano y plantea que reconectar a los chicos con la naturaleza no es solo una cuestión estética, sino una política de salud pública.

El informe también hace un llamado a las escuelas, planteando que incorporar actividades al aire libre y reconfigurar los patios escolares con más vegetación podría tener efectos positivos directos sobre el aprendizaje y el bienestar emocional.

Organismos internacionales como la OMS y UNICEF ya venían advirtiendo sobre la necesidad de crear “ciudades amigables con la infancia”. Este estudio aporta evidencia concreta de por qué: la calidad del entorno urbano en los primeros años de vida deja huellas neuronales duraderas.

Mientras tanto, distintas ciudades comienzan a aplicar políticas de “renaturalización urbana”, creando corredores verdes, huertas comunitarias y bosques escolares. Aunque aún incipientes, estas estrategias buscan revertir una tendencia de décadas de cemento y asfalto.

Para los investigadores, el mensaje es claro: invertir en espacios verdes no es un lujo. Es apostar por el futuro cognitivo y emocional de quienes hoy corren en plazas o miran el mundo desde el asiento trasero de un auto. Lo que rodea a un niño moldea, literalmente, su mente.

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