"Perdimos todas": el golpe parlamentario que dejó al Gobierno a merced del Congreso

El jefe de Gabinete reconoció la derrota del oficialismo en Diputados tras una serie de votaciones adversas e insistió en que el kirchnerismo apeló a la demagogia con foco en el clima preelectoral. Ahora, el Ejecutivo anuncia posibles vetos ante leyes que avancen en el Senado.

Política07 de agosto de 2025Alejandra LarreaAlejandra Larrea
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"Perdimos todas".

Una jornada adversa para el oficialismo culminó en una contundente derrota en el Congreso, con el jefe de Gabinete admitiendo que "perdimos todas" las votaciones clave. El Gobierno cuestionó que el kirchnerismo haya explotado la coyuntura electoral para articular mayorías en contra mediante una estrategia basada en gestos populistas.

Ese escenario parlamentario, definido por el rechazo a varios decretos, impuso una dinámica opositora que ganó terreno conforme avanzaba la sesión. La derrota legislativa quedó consumada en una atmósfera de creciente desconfianza institucional, marcada por la resistencia a las reformas ejecutivas y el posicionamiento estratégico frente al calendario electoral.

Derrotas que resonaron en el recinto
La mayoría de los bloques opositores—incluyendo radicales, socialistas y provinciales—se alinearon para frenar las políticas del Ejecutivo. Respaldaron aumentos presupuestarios y reformas que el oficialismo consideró insostenibles, y rechazaron decretos que promovían la reducción del tamaño del Estado. Esa ola de derrotas parlamentarias dejó al Gobierno sin capacidad para avanzar en su agenda normativa.

El gobierno ante la crítica del kirchnerismo
La acusación a sus adversarios fue clara: se sindicó al kirchnerismo como motor de construcción de consensos en clave electoralista. Se lo responsabilizó por incentivar acuerdos tácticos y anchuras oportunistas para perjudicar la capacidad de gestión del Poder Ejecutivo, remarcando que gran parte de los triunfos opositores se cimentaron en propuestas de impacto social inmediato y bajo costo político.

El kirchnerismo como coartada y punta de lanza
En el relato oficial, el kirchnerismo fue señalado como el eje articulador de la oposición, capaz de convocar a otros espacios como la Coalición Cívica y sectores radicales, bajo la bandera de la demagogia. La estrategia, según el Gobierno, fue insistente: consolidar victorias legislativas que revitalicen su narrativa mientras ponen en jaque al oficialismo en un año electoral.

Economía, deuda y discurso de contraste
El oficialismo contrapuso ese marco político con datos macroeconómicos sobre deuda y déficit. Atribuyó al kirchnerismo una buena parte del endeudamiento histórico, y reivindicó su propia gestión al destacar una reducción parcial en el último periodo. Esa narrativa se consolidó como intento de contrapeso a la ofensiva parlamentaria.

El ciclo de los DNU y la trampa parlamentaria
La derrota legislativa puso sobre el tapete el uso de decretos de necesidad que habilitan al Poder Ejecutivo a legislar sin pasar por el Parlamento. El oficialismo defendió esas herramientas, recordando que gobiernos anteriores también las utilizaron, pero hoy se encontró con un Congreso decidido a revertirlas. Esa dinámica expuso un choque frontal entre gobernabilidad y control institucional.

“Perdimos todas”: del fragor político al mea culpa
El reconocimiento público de las derrotas fue inusual. Admitir que “perdieron todas” —expresión literal del jefe de Gabinete— refleja no solo el impacto cuantitativo de las votaciones, sino un desgaste político. Esa frase condensó la magnitud del retroceso: una derrota múltiple, simultánea y simbólica.

Veto como respuesta estratégica
Frente a este escenario, el Ejecutivo anunció que apelará al veto para frenar proyectos desde el Senado. Si bien no se detienen los consensos opositores, se abre un nuevo ciclo político y judicial que complicará la ejecución de políticas públicas, en particular las que generan gasto o rediseñan esquemas de financiamiento.

Repunte del Congreso como actor político
La jornada evidenció el poder latente del Parlamento para revertir iniciativas de alto impacto. El oficialismo fue frenado sin retórica grandilocuente ni maniobras excepcionales: solo con votos. Esa capacidad de frenar decretos, aprobar ampliaciones presupuestarias y marcar la agenda anticipa un Congreso activo en lo que queda del año.

Balance institucional y electoral
El trasfondo electoral no pasó desapercibido. En un año con escenario polarizado, cada derrota legislativa suma presión política. El Gobierno deberá decidir si busca consensos o refuerza el control desde el Ejecutivo con decretos y vetos. Las tensiones institucionales avanzan en paralelo.

Lo que viene
Con una oposición cohesiva y un panorama legislativo adverso, el camino por recorrer es incierto. El Senado jugará un papel clave, pero el costo político también suma en la calle: si los vetos se multiplican, el oficialismo podría pagar el precio ante un electorado exigente y en plena emotividad preelectoral.

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