
Rehén por rehén no alcanza: Israel insiste en liberar a todos antes de negociar el fin de la guerra.
Organizaciones de parientes de cautivos exigen frenar la expansión militar en la Franja y advierten que la operación podría poner en riesgo la vida de quienes siguen en manos de Hamás. Preparan una marcha nacional y amenazan con una huelga general.
Medio Oriente11 de agosto de 2025La tensión en Israel crece en paralelo a la escalada militar en Gaza. En las últimas horas, un grupo de familiares de rehenes convocó a una protesta nacional en rechazo a la decisión del Gobierno de ampliar la ofensiva terrestre hacia la ciudad de Gaza. Consideran que una operación de ocupación total podría poner en peligro directo a quienes permanecen cautivos desde el inicio del conflicto.
La convocatoria, prevista para este domingo, busca reunir a miles de personas en plazas y calles de todo el país, con epicentro en Tel Aviv, donde se instalarán escenarios y se desplegarán pancartas con los nombres y rostros de los rehenes. Los organizadores afirman que no se trata de un acto político partidario, sino de un llamado humanitario urgente, y que la presión ciudadana es la única herramienta para frenar una medida que califican de “punto de no retorno”.
El anuncio de la protesta se dio horas después de que el gabinete de seguridad aprobara un plan para ampliar la presencia militar israelí en la ciudad de Gaza. La estrategia contempla el avance de brigadas blindadas, la ocupación de edificios clave y la intensificación de los bombardeos sobre zonas consideradas estratégicas. Para los familiares de rehenes, estas acciones reducen las posibilidades de negociación y aumentan el riesgo de represalias por parte de los grupos armados que los mantienen cautivos.
La preocupación no es nueva: desde que comenzó la guerra, las familias han denunciado que las operaciones militares complican cualquier intento de mediación internacional. Según sus cálculos, aún hay decenas de personas secuestradas, entre ellas menores de edad y adultos mayores, que podrían encontrarse en túneles o edificaciones bajo control de Hamás. La entrada masiva de tropas en la ciudad podría desencadenar desplazamientos forzados de los cautivos o incluso su ejecución como respuesta a la ofensiva.
En esta ocasión, la convocatoria cuenta también con el respaldo del denominado “Consejo 7 de Octubre”, integrado por familiares de soldados muertos en los primeros días del conflicto. Su presencia refuerza el mensaje de que la vida de los rehenes debe ser la prioridad por encima de cualquier objetivo militar. Además, varias organizaciones civiles y figuras públicas se han sumado, planteando que la única salida viable pasa por un acuerdo negociado, aunque esto implique concesiones políticas.
Durante las últimas semanas, las protestas de familiares se habían limitado a vigilias, marchas frente a sedes gubernamentales y reuniones con legisladores. Sin embargo, el aval oficial a la expansión militar marcó un punto de quiebre. Los organizadores advirtieron que, si no se detiene el avance en Gaza, podrían convocar a una huelga nacional con bloqueo de rutas, cierre de comercios y suspensión de actividades en instituciones educativas.
El ambiente político también se encuentra dividido. Mientras sectores del Gobierno y parte de la opinión pública apoyan la línea dura contra Hamás, crece la preocupación en ámbitos militares y de inteligencia sobre el costo real de una ocupación prolongada. Varios exoficiales han señalado que, históricamente, las incursiones de gran escala en zonas densamente pobladas generan un alto número de bajas civiles y pueden fortalecer la narrativa del enemigo, dificultando aún más el rescate de cautivos.
En paralelo, se intensifican los contactos discretos con mediadores internacionales. Países con influencia en la región han transmitido mensajes sobre la posibilidad de acuerdos parciales para liberar rehenes vulnerables, como mujeres, niños y ancianos, a cambio de pausas temporales en los combates. Sin embargo, estas propuestas requieren un clima de negociación que, según las familias, se desvanece con cada bombardeo y cada movimiento de tropas.
Las historias personales que emergen de este drama son estremecedoras. Padres que no saben si sus hijos están vivos, parejas separadas por la violencia, niños que aún no han cumplido cinco años y se encuentran en cautiverio. Las imágenes de sus rostros circulan en redes sociales y en carteles improvisados en calles y plazas, recordando que detrás de cada cifra hay vidas concretas y vínculos irremplazables.
La protesta convocada por las familias de rehenes se perfila como una de las movilizaciones más significativas desde el inicio del conflicto. Su objetivo no es solo frenar la expansión militar en Gaza, sino también colocar la cuestión humanitaria en el centro de la agenda nacional. En un país acostumbrado a vivir bajo tensión, su mensaje apunta a una premisa simple pero urgente: ninguna victoria militar justifica sacrificar a quienes aún esperan ser rescatados. El domingo será una prueba de fuerza para medir si la presión ciudadana puede alterar el rumbo de una guerra que, por ahora, no muestra señales de detenerse.
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