Unidos por Ucrania, salvo Hungría: la grieta que asoma en la UE

Veintiséis países del bloque europeo sellaron una declaración de respaldo a Kiev antes de la cumbre entre Trump y Putin en Alaska. Hungría decidió no firmar y expuso tensiones internas en la estrategia comunitaria.

Mundo12 de agosto de 2025Alejandra LarreaAlejandra Larrea
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Apoyo a Ucrania.

Europa quiso mostrarse firme y cohesionada en la víspera de una cita diplomática clave, pero la fotografía de unidad quedó incompleta. A días de la reunión entre Donald Trump y Vladimir Putin en Alaska, veintiséis de los veintisiete miembros de la Unión Europea firmaron una declaración de apoyo a Ucrania, reafirmando la defensa de su integridad territorial y su derecho a participar directamente en cualquier negociación de paz. La ausencia de Hungría en ese consenso dejó a la vista una grieta política que, aunque no inédita, resulta incómoda para Bruselas en un momento de alta tensión geopolítica.

La movida buscó enviar un mensaje contundente: la paz no puede ser impuesta desde afuera ni negociada sin la participación del país invadido. La cumbre de Alaska, organizada por Washington y Moscú, no incluyó a la UE como actor directo, lo que llevó a las capitales europeas a articular una postura común antes de que las conversaciones se inicien.

El documento firmado por la amplia mayoría del bloque sostiene que cualquier intento de poner fin a la guerra en Ucrania debe partir de un alto el fuego efectivo y del respeto irrestricto a las fronteras reconocidas internacionalmente. La posición se enmarca en la estrategia de apoyo político, militar y financiero que la Unión Europea viene sosteniendo desde el inicio del conflicto, y que busca blindar el proceso contra cualquier intento de consolidar los avances territoriales de Rusia.

La ausencia de Hungría no sorprendió del todo a los diplomáticos en Bruselas. Viktor Orbán ha mantenido una relación ambivalente con el Kremlin y ha cuestionado reiteradamente la eficacia de las sanciones impuestas a Moscú. En esta ocasión, justificó su negativa señalando que no veía sentido en emitir un pronunciamiento sobre una cumbre a la que la UE no había sido invitada, y volvió a insistir en la necesidad de abrir un canal de diálogo directo entre la Unión y Rusia.

La decisión húngara generó malestar entre los socios que consideran que, ante un conflicto de esta magnitud, el bloque debe hablar con una sola voz. Para ellos, la ausencia de uno de sus miembros en un gesto político de esta naturaleza envía señales contradictorias hacia fuera y erosiona la fuerza negociadora de la UE en el escenario internacional. Sin embargo, otros diplomáticos reconocen que, incluso sin unanimidad, el respaldo de veintiséis países constituye un mensaje sólido y difícil de ignorar.

El contexto no podría ser más delicado. La guerra en Ucrania ha entrado en una fase prolongada, con frentes estabilizados pero sin perspectivas inmediatas de resolución. Al mismo tiempo, la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca ha reconfigurado las expectativas diplomáticas, especialmente por su insistencia en negociar directamente con Putin. En este marco, la Unión Europea busca asegurar que cualquier eventual acuerdo tenga en cuenta no solo la seguridad de Ucrania, sino también la estabilidad de todo el continente.

Las diferencias internas, sin embargo, son un recordatorio de las limitaciones inherentes al proyecto comunitario. La política exterior de la UE requiere consensos, y la falta de uno solo de sus miembros puede frenar o debilitar decisiones estratégicas. En el caso de Hungría, la postura se traduce en una persistente fricción con la línea mayoritaria, lo que a su vez plantea interrogantes sobre el margen real que tiene Bruselas para imponer una política exterior unificada.

Mientras las miradas se posan en Alaska, donde se esperan discusiones cargadas de simbolismo y de implicaciones prácticas, Europa se prepara para sostener su posición en otros foros y con otros interlocutores. La firma de esta declaración, aun sin Hungría, es un intento de blindar una narrativa y de reafirmar que, para la mayoría de los países del bloque, no habrá paz duradera si Ucrania no es parte activa de la mesa de negociación.

La ausencia de Hungría en la declaración conjunta de apoyo a Ucrania no impidió que la UE enviara una señal fuerte al mundo, pero sí dejó expuesta una fragilidad interna que sus rivales conocen y pueden explotar. En tiempos donde la unidad es un activo estratégico, cualquier fisura, por pequeña que parezca, puede transformarse en una carta de negociación para quienes buscan dividir al bloque.

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