Desempleo en alza, pobreza en baja: ¿la cuadratura del círculo argentino?

La pérdida de más de medio millón de empleos formales desde diciembre de 2023 contrasta con datos oficiales que hablan de una baja en la pobreza. ¿Milagro estadístico o juego de números? Una ironía dolorosa en un país que se acostumbra a sobrevivir con menos.

Economía03 de mayo de 2025Alejandro CabreraAlejandro Cabrera
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Menos empleo ¿Menos Pobresa?

El derrumbe silencioso

Argentina atraviesa una paradoja tan llamativa como inquietante. Entre diciembre de 2023 y enero de 2025, el mercado laboral se desmoronó. Según la reconocida consultora GhidiniRodil, en este período se perdieron más de 531.000 empleos formales.

De ese total, el mayor golpe lo recibieron los monotributistas, que representan el 65% de las desvinculaciones (346.000 trabajadores menos). El sector privado no se quedó atrás: 113.000 empleos formales se esfumaron. En paralelo, el sector público achicó sus filas en 59.000 puestos.

Si el trabajo es el motor de la movilidad social, Argentina parece estar apagando su motor.

 
La informalidad, reina de la era Milei

Mientras los registros formales se desploman, la informalidad florece. Según el INDEC, el 42% de los trabajadores se desempeñan en negro. En actividades como la construcción y el servicio doméstico, esta cifra alcanza picos alarmantes de 77%.

Las cifras son tan crudas como reveladoras:

Cuentapropistas no profesionales: 62,4% en la informalidad.
Comercio y servicios: Más del 50% sin derechos laborales.
La economía sumergida no aporta al fisco, pero es la red de contención de millones.

 
El milagro estadístico de la pobreza en baja

En este contexto de deterioro laboral, las cifras de pobreza parecen desconectadas de la realidad. Mientras la ocupación se hunde, los números oficiales aseguran que la pobreza bajó del 44,7% al 41,7% en 2024. ¿Cómo se logra esta magia?

Las razones son varias y ninguna es alentadora:

Los inactivos desaparecen del radar: más de 5 millones de personas no trabajan ni buscan empleo, por lo que no son considerados desempleados.
La informalidad cuenta como ingreso: hasta vender chipá o hacer changas suma para superar la línea de pobreza en los registros oficiales.
Así, los pobres que logran algunos pesos más pueden salir de la estadística aunque su vida siga siendo precaria.

 
Salarios: correr detrás de la zanahoria inflacionaria

A pesar del derrumbe laboral, los salarios fuera de convenio subieron un 132% en 2024, superando la inflación oficial del 117,8%. ¿Motivo para celebrar? Más bien, un reflejo de ajustes desesperados para no perder a los empleados que aún pueden pagar.

En un país con alta inflación, los aumentos salariales son como empatar un partido que ya se perdió: evitan el colapso total, pero no mejoran la calidad de vida.

 
Cuando la salida es no buscar

Uno de los fenómenos más preocupantes es el aumento de la inactividad. Según IDESA:

1 de cada 3 argentinos en edad laboral no trabaja ni busca trabajo.
Esto significa que, al no buscar empleo, dejan de contar como desocupados. Así, la pobreza baja... pero por ausencia de participantes en la cancha.

 
El nuevo paradigma: subsistir en vez de progresar

En la Argentina actual, el trabajo formal pierde terreno, la informalidad se convierte en regla y la pobreza "baja" gracias a un nuevo arte: redefinir quién es pobre y quién tiene empleo.

La pregunta que atraviesa este escenario es tan irónica como inquietante:

¿Cómo puede bajar la pobreza si baja el empleo? Fácil: si no hay trabajo, no hay desempleados. Y si se sobrevive con changas, se es "no pobre". La magia de las estadísticas hace el resto.

Para millones de argentinos, la verdadera pobreza no se mide en cifras. Se mide en expectativas rotas y en la resignación de vivir con menos.

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