Bajan aranceles en Argentina: el gobierno elimina impuestos de importación para 89 productos clave

El Ministerio de Economía anunció una amplia baja de aranceles para productos importados de consumo y producción, con el objetivo de combatir la inflación, mejorar la competitividad industrial y fomentar el abastecimiento interno. En total, se eliminaron o redujeron tributos sobre 89 productos que van desde electrodomésticos hasta neumáticos, pasando por alimentos, cosméticos y partes electrónicas.

Economía13 de mayo de 2025Alejandro CabreraAlejandro Cabrera
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Electronica

La estrategia del shock externo

La medida fue presentada como parte de un programa de apertura comercial gradual y controlada. El gobierno sostiene que el encarecimiento artificial de los productos importados, resultado de aranceles altos, no solo afecta a los consumidores, sino que también impide que muchas industrias accedan a insumos de calidad y tecnología competitiva. La baja arancelaria busca revertir esa lógica.

Entre los productos alcanzados por la medida figuran: neumáticos, garrafas de gas, café, heladeras, termotanques eléctricos, caloventores, consolas de videojuegos, celulares, routers, routers WiFi, notebooks, cremas solares, jabones líquidos, y envases plásticos. La intención oficial es que la reducción del arancel repercuta en precios más bajos al consumidor final, aunque no se detalló un mecanismo de control sobre los márgenes empresariales.

La política también tiene una dimensión geopolítica: al reducir aranceles sin discriminar países de origen, se habilita la posibilidad de una mayor participación de productos chinos, brasileños y estadounidenses en el mercado local.

 
¿Más baratos o más importados?

Uno de los principales interrogantes que deja la medida es su efecto real sobre el bolsillo de los consumidores. Las experiencias pasadas indican que la reducción de aranceles no siempre se traduce en una baja de precios, ya que muchas veces los intermediarios capturan la diferencia. En el caso de los electrodomésticos y la electrónica, la cadena de valor local es limitada, por lo que la baja podría reflejarse en los valores de góndola con mayor facilidad. En productos más sensibles, como textiles o alimentos, el impacto es más incierto.

Además, existen dudas en sectores industriales que compiten directamente con los bienes ahora favorecidos. Los fabricantes de neumáticos, por ejemplo, podrían verse perjudicados si no se articula una política de transición que contemple la reconversión productiva o la mejora tecnológica. Lo mismo ocurre con algunas empresas de plásticos y pequeños electrodomésticos, que alertan sobre una competencia desigual si no se equilibran las condiciones de producción.

El gobierno respondió que la apertura es “selectiva y estratégica”, y que apunta a “romper monopolios, no a destruir industria”. Sin embargo, sectores sindicales y empresarios vinculados al mercado interno expresaron preocupación ante el posible ingreso masivo de productos más baratos.

 
Una política que busca aire en medio del ajuste

La reducción de aranceles llega en un contexto de fuerte recesión, con caída del consumo, parálisis de la actividad industrial y tensiones sociales en aumento. El equipo económico apuesta a que medidas de alivio indirecto —como la baja de precios por importaciones más baratas— puedan morigerar el malestar sin recurrir a controles o subsidios que afecten el equilibrio fiscal.

Desde una perspectiva doctrinaria, la medida se alinea con la visión liberal del gobierno, que considera a los aranceles como una distorsión del mercado. A largo plazo, se plantea un escenario de apertura total, donde los precios estén determinados por la competencia internacional. Pero en el corto plazo, las consecuencias podrían ser ambiguas: alivio para algunos, amenaza para otros.

La apuesta, una vez más, es que el mercado se autorregule y que los efectos positivos —mayor variedad, menores precios, presión a la eficiencia— prevalezcan por sobre los riesgos.

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