📉 Milei y el relato de la mayoría: lo que dicen las encuestas sobre el ajuste

El presidente afirma que las medidas de ajuste cuentan con un respaldo popular abrumador. Sin embargo, los últimos sondeos muestran una realidad distinta: más de la mitad de los argentinos rechaza el rumbo económico.

Política29 de junio de 2025Alejandro CabreraAlejandro Cabrera
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Milei

Una narrativa en tensión con los datos

El presidente Javier Milei suele repetir en sus discursos que la sociedad respalda masivamente su programa de gobierno, particularmente el plan de ajuste fiscal más drástico desde el regreso de la democracia. Su retórica se apoya en un núcleo duro movilizado, un clima mediático favorable y algunas encuestas que lo ubican como uno de los mandatarios con mayor imagen positiva del continente.

Pero una mirada atenta a los estudios de opinión realizados en las últimas semanas revela un panorama más complejo. Si bien el presidente conserva niveles altos de aprobación personal, las medidas concretas del ajuste económico —recortes, tarifazos, caída del salario real, paralización de la obra pública— no cuentan con el mismo respaldo. La mayoría de los argentinos, según distintas consultoras, rechaza el rumbo del plan libertario.

La afirmación de que existe una “amplia mayoría” que aprueba las políticas de ajuste no se sostiene en los datos disponibles. De hecho, el promedio de encuestas refleja una sociedad prácticamente partida al medio, con una leve inclinación al rechazo.

Qué dicen las encuestas: entre imagen personal y rechazo al ajuste

Un relevamiento de cinco encuestadoras nacionales e internacionales realizado entre mayo y junio muestra un dato clave: la aprobación a la figura presidencial no se traduce automáticamente en apoyo a las medidas de ajuste.

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El promedio general de aprobación ronda el 48,5 %, con una desaprobación cercana al 48 %, lo que marca un empate técnico. Solo Morning Consult ubica a Milei por encima del 60 %, pero su metodología es más difusa y suele dar resultados más favorables a presidentes en funciones.

Lo más relevante, sin embargo, no es el respaldo al liderazgo personal, sino lo que opinan los ciudadanos sobre el programa económico que lleva adelante. Y ahí es donde surgen las inconsistencias con el discurso presidencial.

 
El ajuste no convence a la mayoría

En sondeos desagregados, cuando se consulta específicamente por las políticas de ajuste, las respuestas son categóricas: más de la mitad de los encuestados desaprueba las medidas concretas del gobierno nacional.

Entre las principales políticas con rechazo mayoritario se destacan:

Eliminación de subsidios al transporte en el interior
Recortes en jubilaciones y programas sociales
Paralización de la obra pública
Tarifazos de servicios y combustibles
Falta de acceso al crédito y caída del consumo

La encuesta de Delfos señala que el 61 % de los consultados considera que la situación económica personal empeoró desde diciembre. Pulso Research registra que el 68 % cree que el ajuste perjudica a la clase media y trabajadora. En ese contexto, la aprobación al “modelo” se debilita.

Esto configura una paradoja: una parte del electorado respalda al presidente, pero no a su programa. Algo similar a lo ocurrido con Mauricio Macri en 2017, cuando conservaba imagen positiva mientras la economía comenzaba a erosionarse.

Verdad política vs. verdad empírica

El presidente Milei insiste en que su “motosierra” cuenta con el respaldo popular. En sus discursos, entrevistas y cadenas nacionales suele afirmar que la mayoría está “del lado de la libertad” y que el pueblo comprende los sacrificios.

Sin embargo, al analizar los números concretos de aprobación por medidas, la afirmación pierde sustento. No existe ninguna encuesta relevante que indique que el 60 % o más de los argentinos apoya el ajuste en su conjunto. Lo que hay es un electorado que, en parte, valora el estilo confrontativo o la voluntad de cambiar, pero que sufre las consecuencias del ajuste y lo rechaza en lo cotidiano.

Esa distancia entre el relato presidencial y la experiencia popular genera una tensión que, si se profundiza, puede derivar en una caída sostenida de la imagen presidencial. Porque cuando el discurso choca con la realidad vivida, la legitimidad simbólica se resquebraja.

Un clima de incertidumbre y hartazgo

A pesar de la ofensiva comunicacional oficial, el ánimo social no muestra signos de recuperación. El consumo sigue cayendo, el empleo formal retrocede, la pobreza se mantiene por encima del 45 % y los salarios pierden poder adquisitivo. La clase media sufre los efectos combinados de inflación, recesión y endeudamiento.

Las provincias, por su parte, denuncian asfixia financiera. Los gremios advierten sobre pérdida de derechos laborales. Y los movimientos sociales reclaman por el aumento del hambre en los barrios populares.

En ese contexto, las frases grandilocuentes sobre el éxito del ajuste suenan desconectadas. Lo que para el presidente es “orden macroeconómico”, para la mayoría es deterioro de las condiciones de vida.

 
Conclusión: gobernar con el 48 % no es gobernar con mayoría

El gobierno de Javier Milei no está aislado ni completamente impopular. Conserva un apoyo importante en sectores urbanos, jóvenes y despolitizados. Pero no tiene una mayoría sólida y mucho menos un respaldo masivo a su programa de ajuste.

El discurso que intenta instalar una supuesta “amplia mayoría” a favor del sacrificio no se condice con la evidencia empírica. Gobernar con la mitad del país en contra requiere algo más que convicción: requiere política. Y negar esa fractura social puede tener consecuencias institucionales.

En democracia, la legitimidad no se decreta: se construye. Y para eso, primero hay que reconocer la realidad.

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