Hamas ofrece acceso a los rehenes a cambio de corredores humanitarios: el dilema ético que sacude al conflicto

El grupo islamista anunció que permitirá a la Cruz Roja asistir a los rehenes israelíes si se abren pasos seguros para ayuda humanitaria en Gaza.

Medio Oriente04 de agosto de 2025Alejandra LarreaAlejandra Larrea
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Cruz roja.

En medio de la guerra que arrasa Gaza y multiplica víctimas civiles, Hamas lanzó un mensaje inesperado: permitiría que la Cruz Roja Internacional acceda a los rehenes que mantiene en su poder, a condición de que Israel habilite corredores humanitarios seguros para el ingreso de asistencia médica y alimentaria. La propuesta reavivó el debate sobre la legitimidad de los objetivos bélicos y el uso de vidas humanas como moneda de negociación.

Desde el inicio de la guerra, uno de los puntos más sensibles ha sido la situación de los rehenes israelíes capturados durante el ataque inicial de Hamas. Muchos de ellos se encuentran en paradero desconocido, y sus familias viven en una agonía constante. La posibilidad de que un organismo neutral como la Cruz Roja acceda a ellos —para constatar su estado de salud y eventualmente iniciar un proceso de mediación— representa un cambio de escenario.

El ofrecimiento, sin embargo, no fue gratuito. Hamas condicionó el acceso humanitario a una respuesta concreta por parte del gobierno israelí: la apertura de corredores seguros para el ingreso de ayuda humanitaria en las zonas más afectadas de Gaza. Esto incluye medicamentos, alimentos, agua potable y asistencia para los heridos. En otras palabras, propone un canje simbólico: humanidad por humanidad.

La reacción del gobierno israelí fue cautelosa. Si bien no se emitió una respuesta oficial inmediata, trascendió que la propuesta fue considerada como un intento de mejorar la imagen de Hamas frente a la comunidad internacional, más que un gesto real de apertura. Aun así, sectores del gabinete presionan para analizar el ofrecimiento con seriedad, en especial ante el creciente costo político del conflicto.

En los últimos días, las imágenes de niños heridos, hospitales colapsados y barrios enteros reducidos a escombros han reactivado los reclamos globales por un alto al fuego o al menos una tregua humanitaria. Países europeos, organismos internacionales y organizaciones de derechos humanos piden medidas urgentes para proteger a la población civil. En ese contexto, la iniciativa de Hamas, por mínima que sea, genera una grieta en la narrativa dominante del enfrentamiento total.

Desde el lado israelí, aceptar la apertura de corredores también implica riesgos. El ejército teme que los mismos sean utilizados para rearmar posiciones de combate o facilitar la huida de líderes de Hamas. Además, cualquier negociación con el grupo islamista es vista como una validación de su estatus político, algo que el gobierno de Netanyahu ha buscado evitar desde el primer día de ofensiva.

Para las familias de los rehenes, la noticia fue recibida con una mezcla de esperanza y desconfianza. Algunos reclaman al gobierno que tome cualquier oportunidad para proteger a sus seres queridos, incluso si eso implica una pausa táctica. Otros temen que se trate de una maniobra dilatoria o una operación de propaganda por parte de Hamas, en medio de un conflicto que ya superó los cien días.

La Cruz Roja, por su parte, se mostró dispuesta a intervenir, pero subrayó que necesita garantías mínimas de seguridad para operar en territorio hostil. Sus representantes han intentado ingresar a Gaza en múltiples ocasiones, sin éxito. La posibilidad de establecer corredores humanitarios seguros abriría una vía de acceso directa a las zonas más castigadas, pero requiere coordinación militar y compromiso de ambas partes.

El conflicto, mientras tanto, sigue su curso. Los bombardeos israelíes continúan, Hamas lanza misiles intermitentes, y la población civil sigue atrapada entre dos fuegos. En ese escenario, cada gesto humanitario tiene un peso simbólico descomunal. La posibilidad de que los rehenes sean asistidos y los civiles reciban ayuda pone sobre la mesa un dilema que ya no es solo militar, sino profundamente ético.

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