El "Grito Federal" se expande: más de 400 intendentes se suman a la rebelión contra Milei

La alianza de gobernadores opositores amplió su base de apoyo territorial con la incorporación de jefes comunales de todo el país. El frente plantea un nuevo equilibrio de poder frente al centralismo libertario.

Política04 de agosto de 2025Alejandra LarreaAlejandra Larrea
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El frente político que surgió con el nombre de “Grito Federal” sumó un respaldo clave en las últimas horas: más de 400 intendentes de diversas provincias se plegaron a la iniciativa de los gobernadores opositores que vienen enfrentando las políticas del presidente Javier Milei. La incorporación de los jefes comunales no solo amplía la representatividad territorial del espacio, sino que también consolida una estructura que comienza a perfilarse como una alternativa de poder ante el actual esquema centralista del Ejecutivo nacional.

La foto conjunta, difundida tras una reunión entre gobernadores y referentes municipales, simboliza un mensaje claro: el malestar con la gestión libertaria trasciende los niveles institucionales y se enraíza en las bases del federalismo argentino. La suspensión de obras públicas, el recorte de transferencias y la paralización de convenios firmados durante gobiernos anteriores fueron los ejes que unificaron el reclamo de los intendentes.

Entre los dirigentes presentes hubo jefes comunales de signos políticos diversos: peronistas, radicales, vecinalistas y también algunos de origen PRO, que manifestaron su desacuerdo con el rumbo que tomó la administración nacional. “No se trata de ideología, se trata de gobernar con recursos y responsabilidad”, expresaron varios de ellos en sus intervenciones.

Los gobernadores, por su parte, destacaron que esta ampliación del “Grito Federal” transforma lo que era un frente defensivo en una plataforma ofensiva. El objetivo ya no es solo resistir los recortes, sino también construir una agenda propia de desarrollo regional, con propuestas económicas, fiscales y sociales que respondan a las necesidades de cada territorio. La convocatoria a intendentes apunta precisamente a eso: sumar volumen político y territorial para disputar la narrativa del poder.

La articulación entre provincias e intendencias también tiene implicancias institucionales. Los intendentes son, en muchos casos, los principales interlocutores con la ciudadanía en temas como salud, seguridad, servicios y asistencia social. Sin fondos ni obras, sus gestiones se tornan inviables. Esa realidad está generando tensiones crecientes incluso en distritos donde el oficialismo nacional tuvo buena performance electoral.

En el plano parlamentario, la expansión del “Grito Federal” podría traducirse en una bancada más cohesionada y capaz de bloquear proyectos impulsados por el Ejecutivo. Ya se habla de una estrategia coordinada para frenar futuras privatizaciones, defender el régimen previsional y reactivar la discusión sobre coparticipación. Algunos sectores impulsan incluso una reforma que garantice mínimos automáticos para los municipios, al margen de la voluntad presidencial.

El presidente Milei, hasta ahora, ha respondido a este tipo de alianzas con desdén. Califica a los gobernadores como “casta subsidiada” y a los intendentes como “feudales del siglo XXI”. Sin embargo, el crecimiento del frente opositor cambia el escenario: ya no se trata de un puñado de provincias sino de un bloque político con anclaje real en casi todo el país. La amenaza para el plan de ajuste no está solo en el Congreso, sino también en la calle, en los territorios y en los actos de gobierno cotidianos.

Desde el Ministerio del Interior minimizaron la foto conjunta, pero admitieron en reserva que la extensión del conflicto hacia los municipios “complica la gobernabilidad local” y obliga a repensar la estrategia de negociación. La posibilidad de un frente institucional que agrupe provincias e intendencias, con capacidad de presión coordinada, representa un nuevo desafío para el oficialismo.

En medio de este nuevo mapa, los gobernadores ya planean una próxima cumbre ampliada, posiblemente en Córdoba o Entre Ríos, donde se formalice una estructura orgánica del “Grito Federal” con representación municipal. La idea es institucionalizar el espacio, darle volumen comunicacional y comenzar a generar propuestas propias para 2026 y más allá.

Con este movimiento, el federalismo vuelve al centro de la escena política argentina. Pero ya no como un reclamo aislado de provincias periféricas, sino como un bloque con capacidad real de incidir en las decisiones del país. El grito se convirtió en murmullo, y el murmullo en coro.

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