Alerta en gran parte del país por riesgo extremo de incendios forestales

El déficit de lluvias, la baja humedad del suelo y los vientos persistentes elevaron el peligro de incendios forestales en casi todo el territorio nacional. Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos, Buenos Aires y la Patagonia norte encabezan la lista de zonas críticas.

Actualidad07 de octubre de 2025Alejandra LarreaAlejandra Larrea
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El mapa climático de la Argentina se tiñó de rojo. Gran parte del país permanece bajo alerta por riesgo extremo de incendios forestales, luego de varias semanas consecutivas sin lluvias significativas. La falta de humedad superficial, combinada con temperaturas elevadas y vientos del norte y del oeste, genera un escenario de máxima vulnerabilidad ambiental.

El déficit hídrico se arrastra desde agosto. En regiones del centro y norte argentino, las precipitaciones acumuladas representan menos de la mitad del promedio histórico, lo que provocó que los suelos se sequen de manera acelerada. A esta situación se suman los vientos intensos, que en algunos sectores superan los 50 kilómetros por hora, y que facilitan la propagación del fuego en pastizales y áreas rurales.

Córdoba y el Litoral, en alerta máxima
Las zonas más comprometidas se encuentran en Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes y el norte de Buenos Aires, donde los pastos secos actúan como combustible y los índices de humedad relativa se mantienen por debajo del 30 %. El centro de Córdoba, especialmente en las sierras, concentra la mayor cantidad de focos activos. Brigadistas locales y equipos aéreos trabajan en tareas de contención, mientras los municipios refuerzan la prevención en accesos turísticos y caminos rurales.

En Entre Ríos y Santa Fe, el foco está puesto en los humedales del delta del Paraná, donde la sequedad de la vegetación y los vientos cruzados vuelven incontrolables las quemas ilegales. Las imágenes satelitales muestran una continuidad de focos dispersos que se reactivan en cuestión de horas, pese a las bajas temperaturas nocturnas.

Más al norte, Corrientes y Misiones registran condiciones similares: los suelos presentan un nivel de humedad crítica y las reservas de agua natural en esteros y arroyos bajaron a mínimos históricos. En zonas de producción forestal, las empresas implementan cortafuegos y patrullajes para evitar nuevos incendios.

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El impacto ambiental y social
Los incendios forestales no solo arrasan con vegetación nativa. Dañan fauna, alteran cuencas hídricas, contaminan el aire y afectan la salud de miles de personas. En ciudades cercanas a los focos, el humo reduce la visibilidad y provoca irritaciones respiratorias, sobre todo en niños y adultos mayores.

La situación también repercute en la actividad agropecuaria. En provincias como La Pampa, Córdoba y Buenos Aires, la pérdida de cobertura vegetal compromete la regeneración de pasturas y obliga a reducir el stock ganadero. En paralelo, los costos de mitigación —helicópteros, brigadistas y equipamiento— se disparan cada temporada.

En el plano ecológico, los especialistas advierten que la sequía prolongada está alterando los ciclos naturales. Árboles que antes resistían las estaciones secas hoy pierden su capacidad de regeneración, mientras la fauna silvestre se desplaza hacia zonas urbanas en busca de alimento y refugio.

Falta de humedad y pronóstico reservado
Los pronósticos a corto plazo no son alentadores. Las lluvias que podrían llegar hacia mediados de mes serían aisladas y de baja intensidad, insuficientes para revertir el déficit acumulado. La humedad del suelo continúa en valores críticos en todo el centro y norte del país, lo que implica que cualquier chispa —por quema rural, cableado eléctrico o actividad humana— puede desatar un foco.

El viento, factor clave en la expansión del fuego, mantendrá ráfagas intensas en la zona central, la región pampeana y el norte patagónico. Los modelos meteorológicos prevén un escenario seco para el resto de octubre, lo que podría extender las alertas al oeste y noroeste argentino.

En la Patagonia, particularmente en Río Negro, Neuquén y Chubut, los bosques nativos y zonas de transición con matorrales también presentan alto riesgo. Las autoridades provinciales mantienen operativos preventivos con torres de observación y sobrevuelos, aunque el foco principal sigue en la prevención ciudadana: evitar fogones, quemas agrícolas y acumulación de residuos combustibles.

Un llamado urgente a la responsabilidad
Cada temporada seca deja una lección: más del 90 % de los incendios forestales en Argentina son provocados por actividad humana, ya sea intencional o por negligencia. La sequedad actual convierte a cualquier descuido en una amenaza masiva.

La situación requiere coordinación federal, recursos permanentes para los brigadistas y una estrategia de largo plazo que combine monitoreo satelital, control de quemas, educación ambiental y restauración de suelos degradados.

Mientras tanto, la naturaleza espera. La falta de humedad y el aumento del calor no son solo datos del clima: son señales de un ecosistema en estrés, que recuerda que la prevención —más que la reacción— es la única herramienta capaz de evitar una catástrofe.

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