
Cuba lidera el ranking mundial de condenas por detención arbitraria según la ONU
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El presidente ecuatoriano salió ileso tras un ataque armado contra su caravana en la provincia de Cañar. El episodio, ocurrido en plena ola de movilizaciones contra el alza del diésel y la militarización de las zonas rurales, evidencia la fragilidad política y social que atraviesa Ecuador. Las autoridades denunciaron un intento de magnicidio y ordenaron una respuesta “contundente”, mientras el país se hunde en una espiral de descontento y desconfianza.
Mundo08 de octubre de 2025
Alejandro Cabrera
Emboscada en la sierra
El ataque se produjo en un camino rural del cantón El Tambo, mientras la caravana presidencial se desplazaba con fuerte custodia militar. Un grupo de manifestantes lanzó piedras y objetos contundentes contra los vehículos oficiales, y los peritajes confirmaron impactos compatibles con disparos. El vehículo presidencial resultó dañado, pero el mandatario no sufrió lesiones.
El Gobierno ecuatoriano denunció que se trató de una acción planificada. Cinco personas fueron detenidas bajo cargos de terrorismo y atentado contra la seguridad del Estado. “El objetivo era atentar contra la vida del Presidente”, declaró una funcionaria del gabinete de seguridad. La Fiscalía abrió una investigación formal y reforzó la protección en todas las rutas interprovinciales.
Noboa, por su parte, mantuvo su agenda con aparente calma. Visitó un centro agrícola en la misma región y pronunció un breve discurso en el que aseguró: “No nos van a intimidar. El Ecuador va a salir adelante con firmeza y sin miedo”.
Un país al borde del estallido
El ataque ocurrió en medio de la oleada de protestas que recorre el país desde la eliminación del subsidio al diésel. La medida, parte del plan de ajuste impulsado por el Ejecutivo, disparó el precio del combustible y desató la reacción de transportistas, agricultores e indígenas.
La CONAIE, principal organización indígena del país, lidera los bloqueos de rutas en diez provincias y acusa al Gobierno de reprimir manifestaciones pacíficas. La muerte del comunero Efraín Fuérez durante un operativo militar en Cotacachi encendió aún más la indignación. Su imagen se transformó en símbolo de resistencia frente a un Estado que responde con fuerza en lugar de diálogo.
El sur andino, históricamente marginado, se convirtió en el epicentro de la protesta. Cañar, Azuay y Loja viven cortes de caminos, tomas de instituciones y choques diarios entre comunidades y militares. La tensión se extiende a zonas petroleras del oriente, donde las organizaciones locales amenazan con paralizar los pozos si el Gobierno no da marcha atrás con las reformas económicas.
Mano dura y militarización
Tras el ataque, Noboa firmó nuevos decretos de emergencia que amplían la presencia militar en zonas rurales. Tanquetas del Ejército patrullan carreteras y se instalaron retenes en los accesos a Quito y Cuenca. El discurso oficial endureció su tono: el presidente prometió “mano dura contra el vandalismo” y acusó a los líderes indígenas de actuar “en coordinación con grupos delictivos”.
Organismos de derechos humanos denunciaron que los estados de excepción se convirtieron en la norma y que el Gobierno utiliza la figura de “terrorismo” para criminalizar la protesta social. Las universidades y sindicatos reclaman la apertura de mesas de diálogo, pero el clima de confrontación deja poco margen para la negociación.
Mientras tanto, la violencia se multiplica. En menos de tres meses, Ecuador ha registrado ataques a instalaciones policiales, asesinatos de líderes barriales y emboscadas a convoyes oficiales. La ruralidad se volvió el escenario principal de un conflicto donde confluyen pobreza, narcotráfico y desconfianza institucional.
La fractura política de Noboa
A menos de un año de asumir, Daniel Noboa enfrenta su mayor crisis. Elegido con la promesa de pacificar el país y atraer inversiones, su gobierno oscila entre el pragmatismo económico y la rigidez autoritaria. La oposición lo acusa de aplicar políticas impopulares sin consenso social y de responder a la protesta con militarización.
El presidente intenta proyectar imagen de control, pero la escalada de violencia erosiona su autoridad. En las encuestas, su aprobación cayó más de diez puntos desde julio. Los sectores empresariales respaldan su ajuste, aunque piden señales de estabilidad. En cambio, la base rural —que representa buena parte del voto que lo llevó al poder— siente que fue traicionada.
En Quito, legisladores del movimiento Revolución Ciudadana promueven una comisión investigadora por la actuación de las fuerzas armadas en Cotacachi y Cañar. El bloque oficialista denuncia “una maniobra política para debilitar al presidente en medio de un intento de desestabilización”.
Un país fracturado
El ataque al convoy presidencial simboliza algo más profundo que un incidente de seguridad: revela la fractura entre el Estado y el interior del país. Las zonas rurales, empobrecidas y relegadas, se sienten ajenas a las decisiones de Quito. Mientras tanto, el poder central ve en cada protesta un riesgo para la gobernabilidad.
Ecuador vuelve a vivir bajo el signo de la polarización. De un lado, un gobierno que apuesta a la fuerza para sostener su autoridad; del otro, una sociedad que reclama ser escuchada antes de que la violencia vuelva a escribir su historia.

Un informe del grupo de trabajo de la Naciones Unidas sitúa a la isla como el país con más dictámenes contra su régimen por detenciones sin debido proceso desde 2019.

La propuesta conjunta, elaborada sin participación previa de Kiev ni de la Unión Europea, establece cesiones territoriales, neutralidad militar y un paquete de reconstrucción condicionado. Zelenski enfrenta la mayor presión diplomática desde el inicio de la guerra.

La Comisión Europea estima que entre apoyo macrofinanciero y militar la guerra exige por lo menos 136.000 millones de euros para el periodo 2026-2027. El uso de activos rusos congelados emerge como solución preferida, aunque enfrenta resistencias que ponen en riesgo el cronograma.

Ucrania y Francia firmaron un pacto militar a diez años que establece la compra de cazas, sistemas antiaéreos, radares y equipamiento avanzado. El acuerdo consolida a París como proveedor estratégico de Kiev y marca un nuevo capítulo en la arquitectura de defensa continental.

El Parlamento serbio aprobó una ley especial que permite al empresario Jared Kushner —yerno de Donald Trump— invertir en la antigua sede del Estado Mayor yugoslavo en Belgrado para erigir un hotel de lujo, residencias y museo, lo que ha reavivado protestas por patrimonio histórico y transparencia.

La Fiscalía de Milán abrió una causa por crímenes de guerra para determinar si ciudadanos europeos pagaron por participar como francotiradores en el asedio de Sarajevo entre 1992 y 1996. A tres décadas del conflicto, el caso revive el trauma de una ciudad sitiada y pone en cuestión el límite entre la barbarie y la impunidad.

La provincia confirmó un aumento abrupto de contagios, con una positividad del 24% en los últimos testeos. Las autoridades analizan volver a recomendar el uso de barbijo en espacios cerrados, reforzar la ventilación y acelerar la vacunación. La situación reabre el debate sobre la preparación sanitaria frente a nuevas variantes.

La Cámara de Casación resolvió que el juicio por la causa Cuadernos pueda realizarse de forma presencial, tres veces por semana y sin interrupciones en la feria judicial, al tiempo que dispuso eximir durante seis meses al Tribunal Oral Federal N.º 7 del sorteo de nuevas causas. El paso fue impulsado para evitar que el proceso, con 87 imputados y más de 650 testigos, se extienda indefinidamente.

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Durante la tercera jornada del juicio por la causa de los cuadernos de la corrupción, los imputados colaboradores detallaron desde valijas de dinero hasta miles de millones en efectivo. El megaproceso logró sus primeras confesiones públicas.

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