Cuál es el sueldo promedio en cada provincia y qué sectores económicos son los que pagan mejor

Un informe privado reveló que el sueldo promedio en Argentina alcanzó los $1.483.740 en octubre de 2025, con una variación interanual del 35,9%. El estudio también desagregó por jurisdicción y por actividad económica, mostrando fuertes desigualdades regionales y sectoriales.

Economía18 de noviembre de 2025Alejandro CabreraAlejandro Cabrera
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Sueldos

En un país marcado por la inflación, por las negociaciones salariales permanentes y por disparidades estructurales entre regiones y actividades económicas, conocer el nivel promedio de remuneración resulta clave para entender quién mantiene el poder adquisitivo —y quién queda fuera del eje. Un reciente relevamiento privado encontró que el sueldo promedio en octubre de 2025 llegó a $1.483.740, lo que representa un incremento anual del 35,9%, ligeramente superior al 31,3% que registró la inflación en ese período.

Pero detrás del número nacional hay grandes diferencias: mientras ciertas provincias patagónicas y sectores dominados por energía y minería lideran los rankings, otras jurisdicciones del norte se ubican muy por debajo de la media. El informe traza un mapa de desigualdad geográfica y productiva que impacta en debates cruciales sobre empleo, movilidad social y estrategia salarial.

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Sueldo promedio nacional y evolución reciente

El monto sugerido como promedio nacional —$1.483.740 en octubre de 2025— da cuenta de un aumento que no sólo intenta compensar los efectos de una inflación elevada, sino que también marca que algunos segmentos del mercado laboral están absorbiendo parte de esos incrementos. El hecho de que el alza de los salarios anunciados supere a la inflación anual es, en sí mismo, relevante: implica que en términos reales algunos trabajadores podrían estar ganando más.

Sin embargo, esta mejora general no se distribuye de manera homogénea: la brecha entre provincias con altos ingresos y aquellas con salarios promedio muy bajos crece, y condiciona factores como el costo de vida, el acceso a servicios, la estabilidad laboral y la migración interna.

Disparidades regionales: dónde se cobra más y dónde menos

El informe destaca que las provincias patagónicas dominan el ranking de remuneraciones. Por ejemplo, según otros medios que delataron los mismos datos, la provincia de Neuquén se posicionó como la jurisdicción con los salarios promedio más altos del país, seguida por Chubut, Santa Cruz y Río Negro.

Por el contrario, provincias del norte como Santiago del Estero, Tucumán, La Rioja y Catamarca se ubicaron muy por debajo de la media nacional. En algunas de ellas los promedios no superan el millón de pesos mensuales, lo que amplía la brecha de ingreso real entre regiones.

Estas diferencias se explican en buena medida por la estructura productiva local: provincias con actividad petrolera, minera o energética concentran empleos con remuneraciones elevadas, mientras que aquellas con economías menos diversificadas, con menor inversión y escasos recursos de extracción, quedan rezagadas. El resultado es un mapa laboral donde la ubicación geográfica y el sector productivo determinan buena parte del salario.

Sectores que pagan mejor y los que pagan menos

Más allá de la jurisdicción, el estudio también identificó los rubros económicos con mejores remuneraciones. Las actividades ligadas a la energía, la minería, la extracción y los servicios vinculados al petróleo siguen siendo las que pagan los mejores salarios. Esa lógica es coherente con la presencia de convenios con mayor poder adquisitivo, la necesidad de calificación técnica y la naturaleza de riesgo o especialización de esos trabajos.

Por otra parte, sectores como el comercio, la hotelería, el turismo, la agricultura de bajo valor agregado y parte de la construcción aparecen con remuneraciones más bajas, en algunos casos apenas por encima del promedio nacional o debajo de él. La dispersión es amplia: el hecho de trabajar en un buen sector puede implicar recibir más del doble que el promedio provincial.

La conclusión es que no sólo importa dónde se trabaja geográficamente, sino también en qué actividad: los dos ejes combinados explican buena parte de la variabilidad salarial observada en los datos.

Implicancias para empleados, empleadores y políticas públicas

Estas diferencias salariales tienen múltiples efectos. Para los trabajadores, el lugar en el que desarrollan su actividad condiciona su capacidad de movilidad, ahorro, inversión en educación, traslado a otras provincias y consumo. Un trabajador en una provincia de altos salarios tiene, en promedio, mayor margen para afrontar bienes durables, formar patrimonio o ahorrar, mientras que otro en una jurisdicción de ingresos bajos está más expuesto a shocks, a la informalidad y a la supervivencia diaria.

Para los empleadores, conocer este mapa permite ponderar estrategias de atracción de talento, planificación de costos laborales y decisión de radicación de actividades. Una empresa de tecnología, por ejemplo, puede decidir instalarse en una provincia con salarios altos si requiere personal cualificado, o en una de salarios bajos si su modelo puede adaptarse a menores costos.

Para el Estado, estas desigualdades plantean un desafío de políticas públicas. Impulsar mayor inversión en regiones rezagadas, diversificar la matriz productiva, fomentar formación técnica y profesional, incentivar la actividad de valor agregado y generar políticas de redistribución se vuelven ejes centrales. También la política de salarios mínimos, la negociación colectiva, la protección del empleo y el estímulo al salario real adquieren relevancia para achicar las brechas detectadas.

 
Lo que viene: ¿cómo evolucionará el salario promedio?

La pregunta clave es si este promedio estará en condiciones de seguir creciendo por encima de la inflación, o si las brechas regionales se ampliarán aún más. Con una inflación persistente y alta, sin una recomposición del poder adquisitivo y sin mejoras de productividad, el riesgo es que los salarios se empiecen a rezagar nuevamente.

Las provincias de mayores ingresos pueden entrar en una dinámica de saturación: si los empleos bien pagos se encarecen, podrían perder competitividad si no se acompaña con productividad, inversión y logística. En tanto, las provincias más débiles necesitarán estímulos que atraigan inversión, mejoren la infraestructura y reduzcan los costos de operación para que las remuneraciones suban de manera sostenida.

En el plano sectorial, la transición hacia nuevas tecnologías, energías renovables, cadena de valor del litio, servicios digitales y tercerización global podrían abrir nuevas oportunidades salariales en provincias hoy rezagadas. La clave será que esas oportunidades se concreten en empleo formal y remunerado, no sólo en promesas.

El sueldo promedio de $1.483.740 en octubre de 2025 muestra un país de contrastes: mientras algunas provincias y sectores económicos aplican remuneraciones que superan ampliamente la media, otras quedan muy atrás. La geografía salarial combina destino, sector productivo y capital humano, dibujando un mapa complejo de desigualdad. Reducir esas brechas requiere no sólo más salario nominal, sino un cambio estructural en la economía argentina.

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