Aduana afloja el control: qué cambia con la eliminación del canal rojo para importaciones clave

El Gobierno flexibilizó uno de los filtros más estrictos del sistema aduanero. Textiles, calzado y productos con medidas antidumping ahora ingresarán al país sin revisión obligatoria. La medida busca agilizar y abaratar, pero genera tensión con la industria local. Menos controles, menos costos y más velocidad. Pero también más riesgos. La decisión de excluir a ciertos productos del canal rojo de Aduana reaviva un viejo dilema: ¿apertura o protección?

Economía16 de mayo de 2025Alejandro CabreraAlejandro Cabrera
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Aduana

El canal rojo: el filtro más temido por los importadores

Hasta ahora, buena parte de las importaciones debían superar un mecanismo de control riguroso conocido como canal rojo. Esto implicaba dos cosas: primero, una revisión documental exhaustiva de todos los papeles de la operación; segundo, una inspección física del contenedor, con apertura obligatoria y verificación del contenido.

El canal rojo no era aleatorio: estaba dirigido a productos considerados sensibles. En particular, abarcaba bienes textiles, calzado, electrodomésticos con antecedentes de dumping y otros rubros estratégicos. Según datos de la Aduana, más del 36% de los bienes controlados bajo esta modalidad provenían de sectores con protección histórica.

Ahora, esa revisión dejará de ser obligatoria para un amplio grupo de productos. Pasan a estar sometidos al sistema de selectividad aleatoria, como el resto de las importaciones generales. Es decir: podrán o no ser controlados, según algoritmos o perfiles de riesgo.

 
¿Qué busca el Gobierno?

La motivación principal es económica. Cada contenedor detenido en el canal rojo implicaba costos logísticos, inspecciones y demoras. Según estimaciones privadas, el impacto podía superar los USD 1.200 por operación, entre gastos de puerto, almacenaje y honorarios técnicos.

Con esta medida, las autoridades apuntan a:

Bajar el costo de importación directa.
Agilizar los tiempos de liberación de mercadería en terminales.
Desburocratizar los procesos de despacho aduanero.
Mejorar la competencia interna, fomentando precios más bajos.
Para los sectores importadores, el cambio representa una oxigenación inmediata. Muchos operadores estaban frenando operaciones por trabas logísticas, y ahora se espera un repunte en la entrada de bienes durables e insumos industriales.

 
Beneficios: más velocidad, menos costos

El impacto positivo de la flexibilización no es menor. La eliminación del canal rojo obligatorio acelera los plazos de entrega, reduce los cuellos de botella y hace más competitivo el proceso de importación.

Desde el punto de vista empresarial, esto permite:

Planificar con mayor previsibilidad.

Acceder a productos importados con costos finales más bajos.
Reponer stock sin demoras.
Ingresar insumos industriales sin fricción aduanera.
Además, en el corto plazo podría forzarse una baja de precios en algunos sectores, al reducirse los sobrecostos del proceso aduanero. Es una estrategia alineada con la intención oficial de contener la inflación mediante una mayor apertura comercial.

 
Riesgos: vía libre para maniobras irregulares

La eliminación del canal rojo también abre un riesgo concreto: que se multipliquen las maniobras irregulares en importaciones. Ese filtro actuaba como barrera de contención frente a prácticas fraudulentas que hoy podrían eludir la fiscalización.

Sin revisión documental obligatoria ni control físico, se facilita:

La subfacturación (declarar un valor menor para pagar menos impuestos).
El ingreso de productos sin certificaciones técnicas o con etiquetado irregular.
La triangulación encubierta (fingir un origen diferente del real).
El contrabando técnico, en el que se declara un tipo de mercadería y se introduce otra distinta.
Todo esto puede erosionar la recaudación, distorsionar la competencia y dañar la reputación internacional del país en términos de cumplimiento normativo.

 
¿Cómo mitigar el impacto?

Para que la flexibilización no derive en caos, será clave:

Fortalecer el sistema de control aleatorio, mejorando la capacidad de detección de perfiles de riesgo.
Cruzar información con otros organismos como AFIP, ANMAT, INTI y SENASA.
Aumentar las auditorías posteriores, revisando operaciones ya realizadas para sancionar posibles maniobras fraudulentas.
Aplicar sanciones rápidas y ejemplificadoras ante cualquier violación detectada.
La apertura sin control no es eficiencia, es vulnerabilidad. El desafío del Estado será encontrar un nuevo equilibrio entre agilidad y fiscalización.

 
Industria nacional en alerta

Los sectores más afectados por la medida son también los más vulnerables: textiles, calzado, línea blanca y pymes industriales. Con la eliminación del canal rojo, temen una oleada de productos importados de bajo costo que compitan de forma desleal y sin los requisitos de calidad o trazabilidad que se exige a los fabricantes locales.

La reacción de las cámaras empresarias no se hizo esperar. Denuncian que se rompe el principio de equidad comercial y advierten que, sin una política de defensa del trabajo nacional, la medida podría derivar en cierres, despidos y pérdida de competitividad.

 
Un dilema clásico, reeditado

Argentina vuelve a enfrentar una tensión conocida: ¿cómo equilibrar la apertura comercial con el desarrollo industrial? El caso del canal rojo lo ilustra con nitidez. Lo que para unos es una traba burocrática costosa, para otros es una línea de defensa económica imprescindible.

Por ahora, el Gobierno elige correr el péndulo hacia el lado de la eficiencia logística y el alivio de costos. Queda por ver si en el mediano plazo habrá herramientas de contención para los sectores que reclaman protección frente al impacto importador.

El comercio exterior se agiliza. Pero la industria nacional toma nota. Y no descarta hacer oír su voz si la apertura termina siendo, como tantas veces en la historia argentina, el prólogo de una crisis productiva.

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