Bitcoin en caída libre: el miedo domina al mercado y borra cuatro meses de ganancias

La criptomoneda líder del mercado perdió más de 7.000 dólares en una semana y reavivó el clima de pánico global. Entre la presión de los fondos, las ventas automáticas y el desencanto minorista, el miedo se transformó en el nuevo motor del mercado.

Economía04 de noviembre de 2025Alejandro CabreraAlejandro Cabrera
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Bitcoin

El mundo de las criptomonedas ha vuelto a encender las alarmas. Esta semana, el precio de Bitcoin cayó a 100,500 dólares, su nivel más bajo desde junio, lo que ha borrado gran parte de las ganancias obtenidas en el año. Esta caída no solo genera preocupación entre los inversores, sino que también ha reinstalado un sentimiento de "miedo extremo", reminiscentes de los momentos más difíciles del invierno cripto.

El desplome, que se inició con una leve corrección tras los datos de inflación en Estados Unidos, se transformó rápidamente en una fuga masiva. En tan solo 72 horas, Bitcoin perdió más del 6% de su valor, afectando también a las principales altcoins. Ethereum cayó aproximadamente un 5%, Solana más del 8%, y Cardano retrocedió un 7%. El mercado, previamente en un clima optimista, se tiñó de rojo, reflejando la incertidumbre reinante.

El “índice del miedo” y la psicología del mercado

Los analistas describen este fenómeno como "sentimiento de miedo extremo", un indicador que mide el pesimismo entre los operadores y suele anticipar períodos de alta volatilidad. Ante la activación de este termómetro, los inversores tienden a vender. Esta reacción es tanto emocional como estructural: aquellos que compraron a precios altos buscan salir antes de perder más, lo que agrava la caída.

En el caso de Bitcoin, el miedo no se debe únicamente a la especulación. Se han acumulado varios factores: el endurecimiento monetario en EE. UU., la toma de ganancias por grandes fondos, la disminución de la demanda institucional y la falta de catalizadores técnicos que sustenten el precio. Además, se añade un elemento psicológico: la fatiga del mercado tras un año de constantes subidas y correcciones.

Prácticamente, los inversores interpretan que Bitcoin ha perdido su rol de activo refugio. En vez de fortalecerse ante las turbulencias económicas globales, la criptomoneda sigue los movimientos de activos de riesgo, debilitando la narrativa del “oro digital” y intensificando la sensación de incertidumbre.

Las causas detrás del desplome

La caída actual tiene múltiples causas. En primer lugar, los niveles técnicos de soporte: al romperse la barrera de 105,000 dólares, se activaron miles de órdenes de venta. Las plataformas de trading más grandes reportaron un volumen inusualmente alto de liquidaciones forzadas, especialmente en posiciones apalancadas, lo que acentuó el descenso.

En segundo lugar, el movimiento de fondos institucionales que habían comprado a precios más bajos y ahora están realizando ganancias generó un efecto dominó. Algunos analistas creen que estas tomas de beneficios también responden a la apreciación del dólar y a un declive en el apetito global por activos volátiles.

Además, el capital minorista está saliendo del mercado. En las últimas semanas, miles de pequeños inversores se han retirado ante la falta de señales alcistas sostenidas, lo que amplifica las caídas y deja al mercado en manos de grandes operadores que pueden mover el precio a su favor con pocas órdenes.

Por último, la incertidumbre regulatoria también juega un papel crucial. A pesar de que varios países avanzaron en marcos legales para las criptomonedas hasta 2025, la presión fiscal y las normas contra el lavado generan dudas. Cada anuncio de nuevos controles en EE. UU. o Europa provoca una oleada de ventas automáticas, ya sea por precaución o por cumplimiento.

Efecto cascada en las altcoins

El retroceso de Bitcoin impactó a todo el ecosistema. En el mercado de altcoins, se observaron pérdidas de entre el 4% y el 10% en un solo día. Ethereum rondó los 2,700 dólares, mientras que Solana descendió a 133 dólares y Binance Coin volvió a niveles de julio. En total, la capitalización del mercado cripto se redujo en más de 150,000 millones de dólares en una semana.

Las monedas más especulativas, como Dogecoin y Shiba Inu, sufrieron caídas superiores al 15%. Este patrón se repite: cuando Bitcoin pierde soporte, las altcoins tienden a desplomarse aún más. Esto refuerza la idea de que, más allá de las narrativas, el mercado se comporta como un bloque emocional.

Argentina frente al pánico global

La caída de Bitcoin también se sintió con fuerza en Argentina, aunque el impacto fue amortiguado por la brecha cambiaria. En plataformas locales, el precio osciló cerca de los 120 millones de pesos por unidad, dependiendo del tipo de cambio utilizado.

Para muchos argentinos, Bitcoin había pasado de ser un instrumento especulativo a un refugio contra la inflación y la devaluación. Sin embargo, la pérdida de confianza global ha generado un dilema: quienes compraron para protegerse del peso now están viendo pérdidas en dólares.

Algunos operadores sugieren que esta caída global podría tener un efecto ambivalente en el ámbito local: desalentaría a nuevos compradores, pero también podría reactivar la demanda si el precio sigue cayendo, considerándose una oportunidad de entrada a largo plazo. De hecho, los exchanges argentinos han reportado un leve aumento en las consultas para compras parciales, aunque aún no se ha visto un aumento significativo en el volumen.

La fragilidad de un mercado sin anclas

La situación actual revela una incómoda verdad: el mercado cripto sigue siendo altamente dependiente del humor colectivo. A diferencia de activos tradicionales, no cuenta con flujos de dividendos ni fundamentos económicos sólidos que respalden su valor. Su precio depende de expectativas, y cuando éstas se ven afectadas, el miedo se apodera del mercado.

Esta volatilidad por sí sola explica por qué Bitcoin puede caer un 10% en horas y recuperarse con una rapidez similar. Para los defensores a largo plazo, estas oscilaciones son parte del proceso natural, mientras que para los recién llegados son una advertencia: el mercado no perdona un optimismo excesivo.

El papel de los grandes jugadores

Mientras muchos inversores minoristas venden, los grandes fondos de inversión están más atentos. Varios informes indican que las "ballenas" —inversores con más de 1,000 BTC— han aprovechado la caída para recomprar. En los últimos tres días, se registraron transferencias significativas desde exchanges a billeteras privadas, un movimiento que a menudo indica acumulación.

Los grandes fondos sostienen una postura simple: aunque el precio pueda caer a corto plazo, la tendencia a largo plazo sigue siendo alcista, especialmente si se mantiene la reducción de la oferta tras el último halving. Este razonamiento apoya la percepción de Bitcoin como reserva de valor.

Sin embargo, incluso en el ámbito institucional persisten dudas. Algunos analistas argumentan que el atractivo de Bitcoin como cobertura frente a la inflación ha disminuido desde que los bonos estadounidenses empezaron a recuperarse. En este contexto, los fondos actúan con más cautela, prefiriendo esperar señales de estabilización antes de aumentar su exposición.

“Miedo extremo”, pero sin pánico sistémico

A diferencia de crisis anteriores, la caída reciente no ha arrastrado al ecosistema entero. No se han producido quiebras de exchanges ni colapsos de plataformas DeFi. En lugar de eso, estamos ante una corrección profunda dentro de un ciclo alcista más amplio, similar a otras que ha experimentado el mercado.

El índice de “miedo y codicia” ha caído a 25 puntos, en la zona de “miedo extremo”. Paradójicamente, muchos inversores experimentados lo interpretan como una señal de compra: en momentos de pánico, normalmente hay poco margen para que los precios sigan cayendo.

Esta lógica de comprar cuando otros venden ha sostenido a Bitcoin en otras fases del mercado. Sin embargo, el contexto global incierto podría prolongar la desconfianza. Con tasas altas y una economía mundial en desaceleración, el apetito por el riesgo se mantiene bajo.

Un futuro entre la fe y la duda

La caída de esta semana reafirma la dualidad del universo cripto: la fe en la descentralización y la tecnología frente a la realidad de un mercado volátil y emocional. Bitcoin no ha desaparecido, pero tampoco ha logrado consolidarse como un activo estable.

Los próximos meses serán decisivos. Si el precio logra mantenerse por encima de 100,000 dólares, las pérdidas serán limitadas y la narrativa alcista podrá recuperarse. Sin embargo, si se rompe ese umbral, podría iniciarse una fase correctiva prolongada.

Más allá de las cifras, la verdadera pregunta es: ¿cuánto miedo puede soportar un mercado cuya esencia se basa en la confianza?

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