
Evo Morales, acusado de intentar un golpe de Estado en Bolivia
El Gobierno boliviano denunció al expresidente por instigar bloqueos y agitar protestas en medio de una crisis económica. Morales asegura que es víctima de persecución política.
Seguidores de Evo Morales paralizan rutas en al menos 20 puntos del país. Reclaman su habilitación como candidato presidencial y exigen respuestas ante la crisis económica.
Mundo04 de junio de 2025Cochabamba, epicentro de la agitación social
Bolivia vive su tercer día consecutivo de protestas masivas con más de 20 puntos de bloqueo distribuidos principalmente en el departamento de Cochabamba. Las movilizaciones son encabezadas por sectores leales al expresidente Evo Morales, quien fue inhabilitado para competir en las próximas elecciones, decisión que sus bases consideran ilegal e inconstitucional.
Los manifestantes interrumpen rutas estratégicas con piedras, árboles y neumáticos quemados, generando caos en el transporte interdepartamental. Terminales de buses suspendieron salidas hacia La Paz, Santa Cruz y otras regiones, mientras los cortes afectan también el ingreso de alimentos, combustibles y medicamentos.
La tensión se profundizó el martes cuando en las localidades de Sipe Sipe y Bombeo se produjeron enfrentamientos entre la policía y grupos que intentaban reinstalar bloqueos. Tres agentes resultaron heridos por la detonación de un explosivo en cercanías de una planta de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), elevando el nivel de violencia del conflicto.
Exigencias políticas y malestar económico
Las protestas no son solo por la inhabilitación de Morales. La crisis económica es otro de los motores de la movilización. Bolivia atraviesa una etapa de estancamiento productivo, inflación creciente y escasez de combustibles. Las largas filas en estaciones de servicio y la falta de respuesta gubernamental alimentan el malestar social.
En La Paz, distintas organizaciones de transportistas y vecinos se sumaron a los reclamos con movilizaciones propias. Reclaman medidas concretas para enfrentar la inflación, la falta de trabajo y la caída del poder adquisitivo. Para muchos, el gobierno de Luis Arce se muestra pasivo y desorientado ante una crisis que se agrava semana tras semana.
La Cancillería boliviana denunció que los bloqueos responden a una estrategia de desestabilización. Sin embargo, el peso territorial y popular de las protestas deja en evidencia que no se trata de hechos aislados ni de una minoría. La presión sobre el Ejecutivo va en aumento.
Una democracia atrapada entre lealtades y fracturas
La figura de Evo Morales continúa siendo central en la política boliviana. Para sus seguidores, representa una deuda pendiente de justicia electoral; para sus detractores, un intento de volver al poder pese a los límites institucionales. El dilema es profundo: ¿se trata de un líder proscripto o de un caudillo que no acepta el retiro?
La polarización vuelve a escalar, mientras el país queda rehén de una disputa interna en el oficialismo. Luis Arce, cada vez más debilitado, enfrenta un dilema político complejo: reprimir las protestas puede desatar un estallido; ceder ante la presión de Morales podría dinamitar su propia autoridad presidencial.
Los bloqueos son más que un síntoma: son la expresión de una fractura que el MAS no ha resuelto. Bolivia entra en un nuevo ciclo de incertidumbre, con la gobernabilidad pendiendo de un hilo y con las rutas convertidas en trincheras políticas.
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