Tensión en el Amazonas: Colombia cuestiona la soberanía peruana sobre la isla Santa Rosa

El presidente Gustavo Petro afirmó que Perú “se apropió” de la isla Santa Rosa —ubicada frente a Leticia— al elevarla a distrito. Lima lo rechazó, argumentando que ejerce jurisdicción legítima desde hace décadas. Diplomacia y clima encendido asoman en la triple frontera.

Mundo07 de agosto de 2025Alejandra LarreaAlejandra Larrea
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Tensión en el Amazonas.

Desde la ribera colombiana, el presidente Gustavo Petro elevó la tensión fronteriza en la Amazonía al acusar a Perú de “apropiarse por ley” de la isla Santa Rosa. Se refirió así a la reciente creación del distrito peruano en territorio que, según Bogotá, no estaba asignado en los tratados vigentes. Santa Rosa, una pequeña isla en el río Amazonas, está ubicada frente a Leticia —cuenta con unos habitantes y pertenece al Perú en cuanto a administración—. Pero Colombia sostiene que su posición no fue definida en los acuerdos de delimitación porque el territorio emergió después de firmarse, por lo que instó a una negociación bilateral.

En Bogotá ven en esta situación una amenaza geopolítica. Petro vivió que el Estado peruano tomó una decisión “unilateral”, y anunció que llevará el reclamo al diplomático y posiblemente al terreno simbólico: decidió trasladar las celebraciones del Día de la Independencia desde Boyacá a Leticia, reafirmando así la presencia estatal y la reivindicación territorial en una región estratégica. Los colombianos temen perder el acceso al gran río por medidas que, según interpretan, podrían aislarlos comercialmente.

Desde Lima, el rechazo fue firme. El Gobierno peruano recordó que los tratados de 1922 y 1929 otorgaron la soberanía a Perú. Acusó a Colombia de actuar con retórica innecesaria, advirtió que lleva décadas ejerciendo jurisdicción efectiva sobre Santa Rosa y consideró que la creación del distrito busca fortalecer los servicios en la zona, más que reabrir disputas territoriales. La Cancillería remarcó que el tema está normado y que la confrontación diplomática no aporta soluciones.

Santa Rosa no es solo una curiosidad geográfica. Tiene tres mil habitantes, unida socialmente a Leticia y a Tabatinga (Brasil), y enfrenta desafíos de abandono institucional, narcotráfico, smog y falta de infraestructura. Diariamente, muchos cruzan el río para acceder a escuelas, hospitales y comercio, un vínculo que tensiona las fronteras sin definir.

La historia marca que esta área ya provocó conflictos: en la década de 1930, Colombia y Perú libraron un conflicto por Leticia. Hoy lo que mueve la controversia es el cambio climático, que altera la geografía: la isla se formó sobre el cauce luego de los tratados limítrofes. Ese desplazamiento natural abre preguntas sobre quién delimita soberanía en tiempo real.

Expertos piden calma y diálogo. Ven el episodio como un test político, donde el ruido mediático eclipsa la urgencia: asegurar la convivencia amazónica, respetar fronteras sin confrontación y atender las necesidades humanas de una región olvidada.

En definitiva, Santa Rosa no debería ser un pivote de contenciosos ni de símbolos políticos. Porque atrás de la disputa hay personas que quieren escuela, salud y paz. Lo que viene ahora será un examen para la diplomacia, para la memoria histórica y para la capacidad de convertir una isla en un puente, no en una grieta.

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