Inundaciones y falta de infraestructura amenazan la siembra de trigo en Argentina

Las intensas lluvias que recargaron los suelos ofrecen un potencial agrícola inédito en años, pero también complican el avance de las labores. La producción está en tensión: el exceso de agua y la falta de obras para el manejo hídrico ponen en jaque la siembra y la futura cosecha.

Economía01 de septiembre de 2025Alejandra LarreaAlejandra Larrea
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Siembra de trigo en peligro.

El campo atraviesa un escenario complejo: por un lado, acumulados extraordinarios de lluvia crean condiciones óptimas para el trigo, hoy en etapa de implantación. Por otro, la infraestructura no acompañó, y excesos hídricos estancados frenan las sembradoras y amenazan con recortes en la superficie cultivada. La producción tiene potencial de récord, pero esa promesa depende de cómo se dirija el agua que no encuentra salida.

Argentina vive un momento hídrico atípico: la región agrícola más productiva del país recibió entre 50 y 150 mm adicionales en las últimas jornadas, aportando reservas valiosas para el desarrollo del trigo y la futura siembra de granos gruesos. Esto generó expectativas alentadoras, con estimaciones apuntando a una cosecha mínima de 20 millones de toneladas, un escenario también prometedor para maíz y soja. 

Sin embargo, el exceso de humedad no solo beneficia: en áreas del este de la región núcleo, el agua acumulada complicó el ingreso de maquinarias, ralentizó la siembra y derivó en un recorte estimado de unas 200 mil hectáreas en la superficie implantada, que se proyecta ahora en 6.9 millones de hectáreas. 

La penetración del avance de siembra en campos clave como el sur del Núcleo Agrícola y el centro de Buenos Aires apenas supera el 60 %, un ritmo inferior al del año pasado, aunque aún dentro del tramo esperado. 

Este panorama refleja una paradoja: el trigo tiene clima, humedad y demanda, pero no siempre infraestructura. El país carece de obras hidráulicas integrales que desagoten exceso pluvial, un déficit que expone las siembras a inundaciones, deterioro de caminos y pérdida de potencial en tramos clave del ciclo agrícola. Las inundaciones en ciudades como Bahía Blanca y en el AMBA evidencian la urgencia de planificación y drenaje urbano. 

Argentina pisa un terreno doble: el campo está en condiciones inmejorables para sembrar, pero el agua acumulada también lo deja en asedio. El desafío pasa por traducir esta bonanza climática en resultados reales, a través de inversión en obras, planificación estratégica y lógica coordinal campo–Estado. Solo así se podrá asegurar que los 20 millones de toneladas se conviertan en realidad, y no en promesa frustrada por infraestructura inoperante.

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