Estalla la crisis en Indonesia: represión deja seis muertos y decenas de desaparecidos

Las movilizaciones contra los privilegios del Congreso derivaron en enfrentamientos que ya dejaron al menos seis muertos, más de 20 desaparecidos y cientos de detenidos.

Mundo02 de septiembre de 2025Alejandra LarreaAlejandra Larrea
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Crisis en Indonesia.

Indonesia amaneció convulsionada. Lo que comenzó como una protesta contra los beneficios millonarios de los legisladores se transformó en una ola de manifestaciones masivas en todo el país. La represión policial fue inmediata y brutal: seis muertos confirmados, decenas de desaparecidos y centenares de detenidos exponen la magnitud de la crisis política más grave en décadas.

El epicentro de la indignación fue el Congreso, luego de conocerse que cada legislador recibiría una asignación habitacional equivalente a diez veces el salario mínimo. En un país marcado por la desigualdad y con fuertes recortes en servicios públicos, la noticia generó un estallido social. Miles de personas salieron a las calles en Yakarta y otras 30 provincias, con consignas que pedían poner fin a los privilegios y destinar fondos a salud, educación y empleo.

La tensión escaló rápidamente cuando un joven repartidor fue arrollado por un vehículo policial blindado en medio de una protesta. El hecho, grabado y difundido en redes, se convirtió en símbolo de la represión estatal y encendió la furia colectiva. Desde entonces, las manifestaciones se multiplicaron: edificios públicos incendiados, comisarías atacadas y bloqueos en rutas principales reflejaron el alcance de la revuelta.

Las fuerzas de seguridad respondieron con gases lacrimógenos, balas de goma y arrestos masivos. Organismos locales confirmaron al menos seis muertes y reportaron la desaparición de más de 20 manifestantes en ciudades como Bandung y Depok. Los detenidos superaron los 1.200 en pocas horas, lo que deja en evidencia la dimensión del operativo represivo.

El presidente Prabowo Subianto suspendió su agenda internacional y ordenó el despliegue de tropas del Ejército en los puntos más conflictivos. Aunque prometió revisar los beneficios parlamentarios, aseguró que no permitirá “intentos de desestabilización”. Sin embargo, su imagen quedó golpeada por la violencia institucional y por un malestar social que amenaza con desbordar al propio sistema político.

La crisis indonesia revela una fractura entre una clase política percibida como privilegiada y una población agobiada por la crisis económica. La represión solo profundizó la distancia y encendió una chispa que puede escalar aún más en las próximas semanas. El futuro de Subianto y la estabilidad democrática del país dependen ahora de una respuesta que vaya más allá de la fuerza y atienda las demandas de fondo.

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