Xi, Putin y Kim sellan alianza militar en desfile de poder global

En un imponente desfile en Pekín, Xi Jinping mostró determinación militar junto a Vladimir Putin y Kim Jong-un. La exhibición fue interpretada como un claro desafío al orden occidental y una consolidación del nuevo bloque autoritario.

Mundo03 de septiembre de 2025Alejandra LarreaAlejandra Larrea
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Xi, Putin y Kim sellan alianza militar.

China desplegó su mayor desfile militar en décadas para conmemorar el 80º aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial. En primera fila estuvieron el presidente Xi Jinping, el líder ruso Vladimir Putin y el norcoreano Kim Jong-un, envueltos en símbolos de unidad autoritaria y fuerza estratégica, en un momento clave para desafiar la predominancia de Estados Unidos.

El evento se realizó en la emblemática Plaza Tiananmen, con miles de soldados marchando al unísono y una exhibición de modernos misiles, drones hipersónicos, vehículos robóticos y unidades de guerra electrónica. Xi se dirigió a la multitud y a las cámaras con un firme mensaje: aseguró que la transformación de China en potencia es “imparable” y emplazó al mundo a elegir: “paz o guerra”. Esta postura fue leída como una advertencia directa a Occidente.

Ni Occidente ni sus aliados asistieron con líderes de alto rango; en cambio, Putin y Kim ocuparon lugares de privilegio, reforzando una alianza que trasciende lo diplomático y apunta a reconfigurar el equilibrio global. Se sumaron otros mandatarios de países afines, reforzando la lógica de un bloque multipolar alternativo al consenso occidental.

La Unión Europea reaccionó con preocupación, y calificó el acto no como un espectáculo, sino como una confrontación directa al sistema internacional vigente. Desde Washington, Donald Trump intervino públicamente con sarcasmo, acusando al eje autoritario de conspirar contra Estados Unidos y reclamando reconocimiento por la ayuda estadounidense durante la Segunda Guerra Mundial.

En paralelo, análisis estratégicos coinciden en que el desfile no solo buscó fortalecer la cohesión interna, sino mostrar músculo ante la desconfianza de aliados y la competencia global en disputa de poder militar y tecnológico.

El desfile fue más que una estampa patriótica: fue una jugada geoestratégica destinada a consolidar una nueva coalición de poder. Xi, Putin y Kim proyectaron una narrativa donde el autoritarismo se presenta como alternativa al orden liberal. Esta demostración de uniformidad y fuerza anuncia realineamientos peligrosos, donde la rivalidad entre bloques se intensifica y las viejas reglas del juego internacional se ven sacudidas.



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